Yo soy el carpintero

Cuentan que un día un chaval, de los que creen en Dios, en el pecado y en el infierno, quería confesarse de su vicio solitario pero le daba vergüenza, hasta que por fin se decidió, se arrodilló en un confesionario y le dijo al que creía que era un cura. “Padre me acuso de hacerme pajas”, a lo que el que estaba dentro le respondió: “A mí como si te la machacas. Yo soy el carpintero que estoy arreglando este chiringuito”.

Algo parecido creo que nos ocurre a muchos ciudadanos a los que nos la sudan los vicios solitarios o comunitarios que se montan los independentistas catalanes. ¡Como si se la quieren machacar! ¡Allá ellos!

Los que han salido reafirmados de esta operación de márketing han sido Carod Rovira – que ha calificado de exitazo la consulta casera que han hecho en distintos ayuntamientos y bares de algunos pueblos de Cataluña – y el gordito hortera que viste de Armani y que preside el Barça, cuando no está de juerga.

Insisto, a mí me da lo mismo porque, si alguna vez son independientes, serán ellos los que perderán, entre otras cosas porque dejarían de pertenecer a la Unión Europea y tendrían que ponerse a la cola para pedir un ingreso en la zona Euro, pero a quien no debería darle lo mismo es al gobierno que ha permitido una consulta ilegal que no se le autorizó a Ibarreche por inconstitucional.

La libertad de expresión es un derecho inviolable, y ser independentista es una opción que nadie debería dificultar, pero montar circos sin más animales que algunos racionales, para sacar rentabilidad política riéndose de la Constitución en la que no creen es un ensayo ante el que las instituciones deberían decir algo más de lo que han dicho.

Cataluña es mucho más grande, más digna, más plural y más seria que quienes quieren jugar con sus sentimientos, y estoy convencido de que allí también hay muchos carpinteros.