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División y odio en Italia

martes 15 de diciembre de 2009, 07:39h
La agresión a Berlusconi en Milán ha conmocionado al país. El agresor ha sido un hombre de 42 años, en tratamiento psiquiátrico desde hace 10 años. Este dato podría dar a entender que se trata de un hecho aislado de un loco. Sin embargo, no cambian los análisis que se hacían antes y después de conocer que el agresor era un demente: la sangrienta agresión a Berlusconi es un hecho gravísimo,  fruto de la degeneración política que vive Italia, con una tensión y hostilidad en aumento entre dos Italias que se odian.    

Hoy todos los políticos intentan rebajar ese peligroso clima de confrontación, porque lo que Italia necesita es que se hable de sus problemas reales. La solidaridad con Berlusconi ha sido general. Pero el clima es irrespirable, y lo reflejan algunas declaraciones. El líder de Italia de los Valores, Di Pietro, deploró la agresión , pero subrayó que “existe un clima de exasperación y odio creado por quien tiene en sus manos la dirección del país y lo aprovecha solamente en beneficio personal”. Las declaraciones de Di Pietro han sido consideradas inaceptables por la mayor parte de las fuerzas políticas. Pero con él coincide la presidenta del Partido Democrático, la democristiana Rosi Bindi, quien declara en una entrevista a  La Stampa: “Entre los artífices de este clima de exasperación está también Berlusconi, quien no puede sentirse la víctima. Estos gestos siempre se deben condenar, nunca justificar. Pero alguna vez son explicables. Ciertamente, si se continua a dividir a este país, al final…”.

En el mundo político, solamente Di Pietro y Rosi Bindi se han manifestado contra corriente, culpabilizando a Berlusconi del clima de enfrentamiento político que vive Italia. La división del país es palpable. La mitad considera a Berlusconi casi hijo de Dios, la otra mitad ve en él casi al Anticristo. Silvio Berlusconi no es, obviamente, ni una cosa ni otra.

Ante ese antagonismo y cofrontación, desde el punto de vista político,  el análisis que hacen los centristas es que el bipolarismo ha fracasado en Italia, y que hace falta un centro fuerte que sirva para amortiguar el enfrentamiento.   La división del país es tal que seguramente la mitad de los italianos cree que si Berlusconi desaparece de la política, se resuelven los problemas de Italia. Un atento observador de la política italiana, el periodista y escritor Giampaolo Pansa, señala hoy que “media Italia está contenta por la agresión a Berlusconi. Quizás no lo admite en voz alta. Pero seguramente muchos dirán que Berlusconi se lo ha merecido”…”Vivimos en un país en declive donde nada funciona. Las nuevas generaciones no están entrenadas a ganarse el pan… Berlusconi no es el problema”.

Lo más peligroso para Italia, como advierten muchos,  es que en el país se vive un clima pésimo,  de años sesenta y setenta. Gianpaolo Pansa, por ejemplo, declara al Corriere della Sera: “Yo he sido testigo directo, como periodista, de aquellos años. La similitud está en el muro de odio político que divide Italia”.

Este clima de odio se vio reflejado en Facebook, donde de inmediato aparecieron miles de simpatizantes con el agresor Massimo Tartaglia, mientras otros proclamaban “Asesinemos a Massimo Tartaglia”.

Parece claro que, frente a este clima de odio, es responsabilidad de todos, en especial de la clase política, rebajar el tono y salir del mecanismo de plantearse permanentemente un plebiscito o referéndum sobre Berlusconi. De seguir así, Silvio Berlusconi, hoy un mártir para muchos, se eterniza en el poder. Si hoy se convocaran elecciones, Silvio Berlusconi volvería a ganar. Pero  Italia tiene otros problemas de los que casi ni se habla. 

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