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La llegada del ex secretario de Hacienda, Agustín Carstens, al Banco de México ya fue considerada desde la semana pasada como un hecho, tanto por los mercados financieros como por las cúpulas empresariales. La voluntad compartida y pública de las fuerzas partidistas dominantes, panistas y priistas, permite anticipar que el Senado de la República ratificará hoy el nombramiento presidencial.
Lo que ha estado en vilo, particularmente ayer, durante la comparecencia de Carstens ante las comisiones unidas de Hacienda y de Estudios Legislativos, es el papel que desempeñará en el Banco de México, si continuará con el encargo constitucional fundamental de cuidar el valor y la estabilidad del peso, como hizo durante 12 años el gobernador Guillermo Ortiz Martínez, o se inclinará por tener mayor iniciativa en propiciar el crecimiento económico del país y la generación de empleos.
Ante este dilema, Carstens fue claro: mantendrá la disciplina y al mismo tiempo buscará que desde el Banco de México se propicie un mayor crecimiento, pero sin que se tenga que modificar el marco legal de la institución, como piden algunos legisladores.
Dijo que, de ser ratificado su nombramiento –y en toda su comparecencia Carstens fue comedido y amable— fundamentará su labor sobre tres pilares: la capacidad y dedicación del personal del Banco de México; el marco legal, que es suficiente para operar, y la credibilidad que con los años ha ganado la institución.
Carstens manifestó que no comparte la versión que algunos impulsan sobre la necesidad de ampliar facultades al banco central para involucrarlo en buscar el crecimiento del país.
“No estoy de acuerdo con aquellos que dicen que el Banco de México es contrario al crecimiento, porque hemos visto que ha habido más crecimiento cuando la inflación es más baja”.
Formuló cuatro desafíos para la institución. El primero es cumplir con las expectativas del banco en alcanzar que la inflación anual sea de 3 por ciento. El segundo es propiciar una revisión del marco regulatorio y de supervisión del sistema financiero en el país con lo aprendido ahora por el Banco de México.
Carstens también ofreció una estrecha coordinación, sin afectar la autonomía, entre el Banco de México y la Secretaría de Hacienda.
Por último, anunció que buscará una profundización del diálogo de la institución que aspira a gobernar con el Gobierno federal, el Congreso de la Unión y con toda la sociedad. “En todo esto ofrezco mi dedicación esmerada, mis capacidades y todos mis conocimientos”.
Los senadores participantes fueron de sólo cuatro de las siete bancadas: Convergencia, PRD, PAN y PRI.
De todos, sin excepción, Carstens recibió elogios a su preparación, su capacidad y reconocimiento internacional —“muy distinto a su sucesor, un desconocido para los mercados, que parece que llega a la dependencia (Hacienda) más por el afecto del Presidente que por su historial, mucho más pequeño que el de usted”, expresó Dante Delgado, de Convergencia.