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Encaje y embudo

Encaje y embudo

martes 15 de diciembre de 2009, 22:39h

Aparecen a menudo en la novela ‘Don Quijote’ de Don Miguel de Cervantes las expresiones “ley del encaje” y “ley del embudo”.  De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia son expresiones sinónimas y coloquiales.

La primera consiste en “dictamen o juicio que discrecionalmente forma el juez, sin atender a lo que las leyes disponen” y la segunda: “lo que se emplea como desigualdad, aplicándola estrictamente a unos y ampliamente a otros”.

Los regímenes del socialismo del siglo XXI las emplean a discreción, según el momento y la institución o persona que se aspira a sacar de la palestra pública, obligar al silencio o denigrar públicamente. O, por el contrario, cuando conviene ocultar algo de la conducta de uno de sus miembros, allegados, secuaces o adláteres. Todo depende de los protagonistas, la circunstancia y  la naturaleza de los hechos.
 
Un par de leyes que denotan, además, un provincianismo cerril y una ineptitud para desempeñarse como estadista. Del provincianismo se dice que consiste en la “estrechez de espíritu y apego excesivo a la mentalidad o costumbres particulares de una provincia o sociedad cualquiera, con exclusión de las demás”.

Así se hace política en América Latina, en tanto se invocan, citan, adulteran, transgreden y desvirtúan el pensamiento de los estadistas verdaderos que fundaron nuestras repúblicas.

Pero la ley del embudo es la más socorrida: para el adversario, se aplica el rigor que representa la parte estrecha del instrumento y para el “camarada en desgracia”, la amplitud que simboliza la zona de boca amplia de éste.

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