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A la búsqueda del tiempo perdido

A la búsqueda del tiempo perdido

lunes 04 de enero de 2010, 17:22h
Los propósitos del presidente Zapatero de comenzar el año 10 de este siglo merece titularse como la obra maestra de Marcel Proust: “A la búsqueda del tiempo perdido” Tiempo perdido desde las retiradas militares unilaterales que se intenta recuperar con el refuerzo de las misiones supervivientes. Tiempo perdido desde las negociaciones con Eta que se intenta recuperar con la intensificación de las actuaciones policiales. Tiempo perdido desde la luz verde a innecesarios nuevos estatutos de autonomía que se intenta apagar con las inacabables vacilaciones del Tribunal Constitucional. Tiempo perdido de una política exterior infantil, de alianza de civilizaciones y compadreo con los populismos antidemocráticos para acabar intentando mecerse en los brazos del presidente norteamericano. Pero, sobre todo, tiempo perdido en reconocer una crisis económica que se intenta paliar con subsidios, crecimiento descontrolado del gasto público y subidas de impuestos.

No es de extrañar que cinco años de tiempo perdido estén pasando factura al protagonista de tantos errores e improvisaciones y que las encuestas electorales denoten un declive del socialismo en cuanto partido patrocinador el peor presidente del gobierno del siglo y, quizá, de todos los siglos. El presidente de la teórica economía sostenible se está convirtiendo en un presidente insostenible hasta para sus propios votantes. De ahí la tendencia a pensar que Zapatero no sea el candidato idóneo para, dentro de dos años, remontar el descrédito que sitúa a su partido varios puntos por debajo del Partido Popular. 

    El único consuelo que le cabe es observar que, tampoco, los votantes de la oposición parecen tener el candidato idóneo para personalizar una ventaja abstracta, sin nombre ni apellidos, pero que parece pulverizarse cuando se consulta sobre la estimación popular del actual líder de la oposición. Vivimos una situación política estancada e impredecible y da la impresión de que esta situación solo será superada por el partido que primero acierte en renovar su candidatura y presentar a alguien con más garra, más solvencia o menor desgaste. El primero que sea capaz de ganarse la confianza de los ciudadanos, deseosos de emprender la búsqueda del tiempo perdido en el menor tiempo posible, será el ganador de la encuesta decisiva de las urnas.
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