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¿Cadena perpetua?

¿Cadena perpetua?

miércoles 27 de enero de 2010, 13:21h
La propuesta de Javier Arenas sobre la conveniencia de introducir en el Código penal  la cadena perpetua para sancionar algunos delitos de especial gravedad, está en la línea de las agudezas de quien, evolucionando desde el área progresista ucedista cuando llegó a ser el máximo responsable de sus juventudes hasta las posiciones más extremistas de la derecha, no pierde ocasión para pregonar sus propuestas más populistas en el peor sentido de la palabra -el que se aplica al Chaves venezolano, por ejemplo- , con tal de arañar unos votos que pudieran llevarle a la presidencia andaluza, en cuyo empeño lleva acumulados demasiados fracasos. Le importa poco profundizar en la herida causada por el aniversario del asesinato de Marta del Castillo, porque la ocasión le ha parecido oportuna para plantear la introducción de una pena tan cruel y desalmada como la de muerte porque supone que la cuestión está “en la calle”. No sé en que calle de qué mundo se mueve el señor Arenas que, en cualquier caso, desconoce totalmente lo que supone estar encarcelado, privado de libertad, sin contacto voluntario con familia y amigos, sujeto a una disciplina y con un baldón de por vida. Los que hemos practicado en derecho, lo sabemos bien.

Pero lo sorprendente no es que un alto cargo del partido popular haga una propuesta inconstitucional porque, en definitiva, también se puede modificar la Constitución: para dar el sello constitucional a algo tan despiadado, aunque no se pediría con el mismo entusiasmo si se tratara de constitucionalizar algunos preceptos de estatutos de autonomía. Y en este viaje al derecho penal más represivo, no le faltan compañeros de su partido, comenzando por el presidente Rajoy, tan moderado él, tan centrado, tan comedido para ganarse al electorado centrista. Ahora parece que toca rescatar a la extrema derecha. Todo sea por el voto.  

El sistema penal español resulta ser uno de los más duros de Europa si se atiene a la aplicación de la sanción de prisión y al  cumplimiento efectivo de las penas. Por otra parte la población penitenciaria de España es proporcionalmente de las más altas de nuestro entorno y sigue creciendo desbordando los programas de construcción de centros penitenciarios. Todas las provincias españolas, excepto Huesca, tienen uno o varios establecimientos para cumplimiento de penas de prisión. Esta puede extenderse hasta 40 años en los supuestos c) y d) del artículo 76 del Código Penal.. Pero es que, además, está extensamente demostrado que el endurecimiento de las penas como la aceptación de la pena de muerte, no reduce la delincuencia, sino todo lo contrario.

Aquí ocurre que cada vez que se produce uno de esos crímenes horrorosos, especialmente cuando el autor resulta ser un criminal cruel y desalmado, personas allegadas a la víctima claman venganza  por un instinto ancestral que parece despertarse en estos casos, aunque piden nominalmente que se haga justicia. La expresión y el deseo de “que se pudran en la cárcel”, tiene aún muchos partidarios y es fácil movilizar a las masas para que exijan más castigo y más sufrimiento a los delincuentes. Pero hay que considerar que la pena que se impone al delincuente se extiende, sin culpa alguna, a su familia y allegados que quedan marcados social y psicológicamente y muchas veces afectados en sus economías. Endurecer las penas supone al tiempo castigar con más dureza a quienes no son culpables. ¿ Sería justo, aunque solo fuera en consideración a éstos, cerrar toda esperanza de reinserción y recuperación de la libertad a un delincuente arrepentido?

La cadena perpetua todavía existe nominalmente en muchos países, pero su aplicación es muy laxa. En Alemania y Francia se revisa a los 15 años; en Italia a los 26 años. Igual en estos países como en otros es una rareza que alguien cumpla 35 años en prisión. En España, en la actualidad, la pena de prisión puede alcanzar los 40 años sin aplicación de ningún beneficio penitenciario lo que equivale a cadena perpetua en la práctica. Quizá no exista obstáculo de constitucionalidad, pero constituiría un retroceso de la política penal y penitenciaria más avanzada introducir en el Código Penal la cadena perpetua. Aunque pueda proporcionar algunos votos.
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