Autorizada una variedad de patata y tres de maíz
Bruselas abre la veda a los cultivos transgénicos después de doce años de parálisis
martes 02 de marzo de 2010, 16:36h
La Comisión Europea dio este martes luz verde al cultivo en territorio comunitario de una patata genéticamente modificada que producirá la firma alemana BASF y que estará destinada a la producción de almidón para la industria papelera, pero cuyos subproductos podrán emplearse para la fabricación de piensos para animales.
La Comisión Europea ha dado luz verde este martes al cultivo en territorio comunitario de una patata genéticamente modificada que producirá la firma alemana BASF y que estará destinada a la producción de almidón para la industria papelera, aunque algunos derivados podrán emplearse para la fabricación de piensos para animales. La tardanza en la autorización, después de doce años de discusiones, ha vuelto a poner de relieve la polémica del uso de estos cultivos, conocidos como organismos genéticamente modificados (OGM), y muy usados en Estados Unidos.
El cultivo de este tubérculo, denominado Amflora, es la primera autorización que el Ejecutivo comunitario decide desde hace doce años, después del permiso que dio en 1998 a la compañía Monsanto para cultivar su maíz MON 810. Los Estados miembros que no quieran que el cultivo se permita podrán blindar las condiciones, al igual que hicieron seis países como Alemania y Francia, no así España, con este maíz. De hecho, el 80% del espacio dedicado al cultivo de este transgénico en la UE está en España, lo que supone unas 100.000 hectáreas de cultivo, según los datos facilitados por la Comisión.
Junto a la patata, se ha aprobado la comercialización de tres variedades más de maíz transgénico Monsanto.
A favor y en contra
La polémica sobre el uso de estos cultivos tiene pros y contras. Por una parte, se encuentran los defensores del uso de estos productos para paliar el hambre y hacer frente al aumento de las necesidades alimenticias sin depender de las condiciones climáticas, lo que evitaría las hambrunas y un mayor control de los precios, que beneficiaría a los países más pobres.
Los argumentos en contra vienen de las alertas sobre el desconocimiento de sus efectos en el cuerpo humano con un consumo continuado, dado la alteración genética que se produce sobre ellos.
Desde Greenpeace, la ONG que más campaña en contra ha hecho del uso de los OGM, aseguran que “los transgénicos suponen un grave riesgo para la biodiversidad y tienen efectos irreversibles e imprevisibles sobre los ecosistemas. La organización enumera algunos de los peligros de estos cultivos para el medio ambiente y la agricultura como el "incremento del uso de tóxicos en la agricultura, contaminación genética, contaminación del suelo, pérdida de biodiversidad, desarrollo de resistencias en insectos y efectos no deseados en otros organismos”.
Evaluación delicada
El nuevo comisario de Salud, John Dalli, admitió en rueda de prensa lo “delicado” del asunto de los organismos genéticamente modificados (OGM), pero defendió que las decisiones de Bruselas son el resultado de una evaluación rigurosa de los distintos expedientes. Además, recalcó que los dictámenes científicos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria son la base de las decisiones.
A propósito de la polémica que los OGM despiertan en terreno europeo y el rechazo de parte de la opinión pública, Dalli apostó por la “innovación responsable” y por avanzar en el uso de nuevas tecnologías, pero insistió en que Bruselas se apoyará en los datos científicos para asegurar que “no hay duda” sobre las garantías de seguridad para los ciudadanos europeos.
Más regulación y cierre de fronteras
El comisario recalcó que la autorización de cultivo para la patata Amflora está sujeta a condiciones muy estrictas para evitar su propagación a otros cultivos. Por eso, “se impone la separación física del tubérculo transgénico de otras patatas destinadas al consumo humano en todo el proceso de recolección, almacenamiento o transporte. En cualquier caso, esta primera autorización para el cultivo de un transgénico en doce años en la Unión Europea coincide con el anuncio de una nueva propuesta de la Comisión Europea para dar más flexibilidad a los Estados miembros que quieran oponerse al cultivo de OGM, lo que en la práctica supondrá restringir más su cultivo. Hasta ahora, el Ejecutivo comunitario había insistido a los países que mantienen restricciones (Austria, Hungría, Francia, Grecia, Alemania, Luxemburgo y Polonia) que las levantaran.
En referencia a las dudas en la opinión pública, Dalli aseguró que tomará decisiones que tengan en cuanta lo que digan los científicos “y no en función de cómo repercutirán en mis índices de popularidad”.