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Respuesta a Ricardo Lago

Respuesta a Ricardo Lago

lunes 26 de abril de 2010, 09:38h

Estimado Ricardo:

Un amigo me llama y me comenta que me han dedicado unas líneas “cariñosas” en Correo. Contra mi costumbre busco ese diario en domingo y veo que eres tú.

Lo leo rápido (guardo el placer de releerlo para más adelante) porque ando a punto de subirme a un avión y no tengo mucho tiempo. Unas reacciones rápidas y las  escribo en el blog de Semana Económica, en el que ambos ponemos posts, para asegurarme que te lleguen (no tengo tu correo a la mano).

Mi primera reacción es que un poco menos de adjetivos para descalificar a las personas le habrían venido bien al artículo; aún cuando comprendo que no quieras desentonar con el estilo predominante del medio que te invita. 

Hasta donde veo haces también allí la apasionada defensa, que te escuché en otra ocasión, del régimen de Fujimori y como aquella vez me acusas de ser un ingenuo que ve el mundo blanco y negro, por mi rechazo de principios a la corrupción y las violaciones a los derechos humanos. (Por cierto: ¿en ese espectro que va del blanco al negro del que hablas, en dónde ubicas al régimen de Fujimori en corrupción?).

Efectivamente, pensamos diferente, pero estate tranquilo, probablemente tienes  a la mayoría de tu lado.

Me viene a la mente un recuerdo lejano: yo tenía diez años y mi padre manejaba a la una de la mañana,  paramos en una luz roja, nadie paraba, yo le increpé con ganas de llegar rápido a casa ¡por qué nos pasas, todos lo hacen! Su respuesta la escucho hasta hoy:  “hijo, así sea el único y el último, no me voy a pasar la luz roja.”

(Por cierto y ya que misteriosamente incluyes en tu  nota a Velasco, lo que podría interpretarse por un lector desaprensivo como que yo tengo una simpatía con ese régimen, te cuento que mi padre y mis tíos fueron perseguidos encarnizadamente por la dictadura de Velasco y que mi rechazo al abuso autoritario no varía por consideraciones de política económica).

Sobre las cifras del costo de corrupción que comenté en el artículo, como es obvio no son mías. Usé las que oficialmente la Procuraduría Anticorrupción del Ministerio de Justicia del Perú, que ve el caso desde hace diez años, hizo públicas. No precisamente un rumor de coctel.

Ahora bien, tres días después, justo en el diario que te acoge hoy, publicaron un interesante artículo de León Trahtemberg ¿Cuánto nos cuesta la corrupción?

con un argumento muy parecido al mío, pero citando otras fuentes.  

Te lo recomiendo.

Empieza así

“La historia del Perú ha sido la historia de sucesivos ciclos de corrupción seguidos por muy breves periodos de reforma anticorrupción, detenidos por el peso de vastos intereses personales contrarios a frenar la corrupción. Alfonso Quiroz calcula que entre los años 1820 y 2000 las pérdidas directas e indirectas para el Estado por corrupción, malversación y colocación ineficiente o improductiva de fondos con fines de corrupción, equivalían continuamente entre el 30% y 40% del presupuesto nacional; entre el 3% y 4% del PBI al año (Corrupt Circles: A history of unbound graft in Peru, 2008, página 432).”

Sigue:

“Se imaginan si ese 3% del PBI robado por la corrupción se hubiera invertido sistemáticamente en la educación para llegar al 6% del PBI, como lo hicieron los países desarrollados? El Perú podría tener hoy la mejor educación del mundo. Lamentablemente, tenemos una de las peores, gracias a la corrupción”.

Bueno, tienes ahora una polémica con el historiador Quiroz y el columnista de Correo Trahtemberg para demostrarles que en realidad eso es relativo y no tan importante. Después la puedes tener con Transparency International cuyas cifras son quizás más impresionantes.

Finalmente me dices, Ricardo, que tengo un doble estándar.

“Para Carlos, Fujimori es el diablo, no hizo más que robar, violar derechos humanos y destruir instituciones. En cambio, el quinquenio del presidente Toledo, en el que él fue viceministro del Interior, fue un Edén de honradez, supremacía institucional y progreso económico”.

El gobierno de Toledo no fue el Edén, Ricardo, y hubo cosas cuestionables,  pero lo separa un abismo del fango de los noventa. Y sí, colaboré con las gestiones ministeriales de Fernando  Rospigliosi y Gino Costa, algo de lo que me siento orgulloso. Por cierto, te desafío Ricardo,  a que me muestres una línea mía avalando algo incorrecto que se haya hecho en el gobierno de Toledo.

En fin, y resumiendo, tenemos formas distintas de pensar sobre este tema. Te confieso que eso no me incomoda. La agresividad verbal que te genera una opinión que no compartes, sí me preocupa. Al Perú le urge otro tono, ya que eso se va trasladando al conjunto de las relaciones humanas que, como sabes, en este país son ya bastante crispadas.

Atentamente

Carlos Basombrío


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