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7ª jornada de liga: Raúl y Van Nistelrooy pintaron de blanco el gran derbi (2-0)

Raúl y Van Nistelrooy pintan de blanco el gran derbi frente al Barça

lunes 23 de octubre de 2006, 09:29h
Lo que cambia esto del fútbol en cuestión de días. El Barça era -y es- el líder indiscutible, el equipo imparable. Y el Madrid el eterno Sísifo que tiene que conseguir volver a la cima del fútbol pero teniendo que empezar de cero, como perdiendo en Getafe la jornada pasada. Sin embargo, en el derbi todo le salió de cara y Capello y su rudeza se impusieron al buen juego ofensivo de los de Rijkaard. Nada más comenzar el encuentro, Raúl abría el marcador (m.2) y tras pasarlo mal todo el primer tiempo, al comienzo del segundo Van Nistelrooy puso el broche de lujo a una contra.
Raúl
Raúl
Lo del Madrid en el inicio fue el claro ejemplo de cómo quiere jugar Fabio Capello: salió el equipo blanco escopetado, buscando atemorizar a un contrario que acudía al derbi lleno de apoyos del público, abucheos y gran clima para la victoria. Por eso el balón le sirvió exclusivamente para salirse con la suya: marcar y echarse luego atrás.

Y tan bien le salieron los planes al italiano que en el minuto 2, una internada del siempre valeroso Sergio Ramos por banda derecha, haciendo de Cicinho y Salgado, le sirvió el gol en bandeja al gran capitán del Bernabéu. 1-0 y echarse atrás. Ay Aragonés, Aragonés…. Pero a lo que íbamos, que dicho y hecho el plan de Capello. Pero antes Robinho, que está representando la revolución entre los merengues en las últimas citas, hizo un jugadón en el área culé que terminó con un remate de Raúl en el larguero. Esta vez no pudo acertar el ya veterano madrileño y desde entonces la balanza cedió al lado azulgrana.

El Barcelona aprovechó la desidia blanca y sólo la falta de acierto de sus estrellas le impidió empatar antes del descanso. Se lo mereció y, encima, el árbitro, Pérez Burrull fue protagonista negativo de esa primera mitad, ya que se comió un penalti provocado por el todoterreno pero excesivo Ramos y le perdonó la segunda amarilla a un Emerson que cada día que pasa se ‘empeña’ más en demostrar a la parroquia blanca que está acabando su carrera deportiva.

Ronaldinho no fue el astro al que acostumbra a ver a lo suyos y el equipo de Frank Rijkaard lo notó. Deco hizo lo que pudo, y bastante bien, pero no encontró en el islandés Gudjonssen ni en Messi el remate final con éxito. Falta Eto’o y el Bernabéu quizás era consciente de la suerte que tenía. El camerunés nunca perdona a su ex conjunto y en esta ocasión podría haber dejado su marca.

Y sí, se pitó el silbato que llevaba a vestuarios a los jugadores de ambos equipos cambiando bien las tornas: del Madrid arrollador de los primeros minutos que perdonó el segundo y quizás el camino a la goleada, al Madrid italiano y ‘capelista’ que se replegó al máximo exponente. La grada agradeció a Raúl el gol, a Robinho el juego y a la diosa fortuna, que no a Cibeles, que esta estuviera de su parte.

Más de lo mismo en la segunda… pero marcó el Madrid

Lo dicho, que nada más regresar de vestuarios, siguió más de lo mismo. Pero de cara al Madrid. El Barça salió a seguir haciendo buen juego, a acosar a los blancos, pero en una contra, al poco del segundo tiempo, el hasta ahora desaparecido en combate Van Nistelrooy sentenció. Contra liderada por Guti que no perdonó el holandés con nombre de conde. Tan noble fue que a los cinco minutos perdonó con un poste el tercero. Su compatriota Rijkaard se lo agradecía desde el banquillo.

Y a todo esto, se puso a llover sobre la siempre seca Madrid, pero empapada durante la última semana sin cesar. La grada, con ganas de no helarse ni de coger un catarro, prefirió volcarse con los suyos aunque el producto de Capello sigue siendo muy discutido en el madridismo. Sobre todo en los sectores más vetustos y que bien saben de esto. Se suele decir que el Bernabéu es el estadio que más sabe de fútbol junto a San Mamés, que aplaude al contrario cuando se lo gana -el año pasado así fue con el 0-3 culé con Ronaldinho como maestro-, y que critica a su equipo hasta cuando gana si no hace lo que tiene que hacer.

De momento Capello tiene plazo de confianza, pero no le queda mucho. Tener al Barça 2-0, vendido y derrotado, y no destrozarlo, es algo imperdonable para cualquier madridista que se precie. Lo mismo que hubiera sucedido en caso contrario en el Camp Nou. Pero lo dicho. Hacía frío y llovía mucho, había ganas de ganar como fuera -tantos años sin título hacen que una aceituna sea como caviar-, y eso hizo que el derroche fuera total. Se aplaudían hasta las faltas para robar el balón o incluso los cambios del técnico italiano, aunque fueran para retirar al ahora muy estimado Guti.

Tramo final de trámite

Los últimos minutos, tras el gol del holandés, sirvieron para demostrar que no fue el día del Barça y sí para los planes del técnico romano. Se salió con la suya y sólo alguna individualidad culé, interceptada como de costumbre por Casillas, dio algún susto al Bernabéu, ya entregado al éxtasis.

Como conclusión, quedó claro que la rudeza se impuso al estilo y buen juego de los de Rijkaard. El rocoso Madrid que poco a poco está edificando Capello obtuvo su mejor resultado frente a su rival histórico y con ello se ganó el crédito del madridismo. Pero no del mundo del fútbol. El mal momento azulgrana vino en el peor momento y en el mejor para los blancos. Y ésa, y no otra, fue la verdadera historia. A final de temporada el Madrid luchará por hacerse con el título, pero hoy por hoy, le queda mucho para hacer lo que hace el Barça sin despeinarse. El Madrid tiene que sudar mucho, y eso cansa. Y Capello no tiene un 11 suplente como el de Rijkaard.

Primer round para el Madrid. Pero el combate dura 38 jornadas, que se harán eternas para alguno.

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