Cuando falla el ventilador…
domingo 13 de mayo de 2007, 15:50h
El ventilador de la basura es muy habitual en tiempos electorales. Ferraz tiene grandes especialistas en su manejo y se han “puesto las pilas” a ver qué encuentran en terreno adversario, porque lo de Sebastián, Arenillas, Intermoney y la peculiar oficina de influencias económicas de La Moncloa es casi tan divertido como la “Ola de crímenes en el castillo de Blandings”, aunque con deliciosas referencias al resuelto y optimista Psmith. Con estos personajes, el genio de P.G.Wodehouse podría superarse.
Lo peor del ahora llamado “caso Arenillas” no es que el inefable consorte de la ministra de Educación y exquisito gourmet confunda de manera tan tosca sus actividades públicas y privadas, con ser ello realmente grave, sino la testarudez con que el Gobierno del Estado aplica la arrogante técnica del “mantenello y no enmendallo”, cuando tan fácil hubiera sido, por mínimo respeto al crédito nacional e internacional de la CNMV, hacer salir al denunciado (Arenillas) al mismo tiempo que el denunciante (Conthe). Pues no. El denunciado como agente de la “larga mano” de la oficina de influencias económicas de La Moncloa, se queda. Y no se queda de cualquier manera, sino reforzado con la cariñosa protección de un nuevo jefe directo que, cosas del “talante” de La Moncloa, es antiguo compañero de aventuras inversoras, vamos, otro miembro del ya famoso clan Intermoney.
En Madrid, lugar de los hechos, aunque estos afecten a la credibilidad nacional e internacional de toda la regulación de los mercados en España, Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre van “sobrados”. Incluso muchos electores socialistas se confiesan avergonzados porque Miguel Sebastián, literalmente pillado con las manos en la masa de operaciones bochornosas, se mantenga como candidato nada menos que a la Alcaldía de la capital del Estado. Es natural que, en todos los sondeos incluido el del CIS, el PP aumente su mayoría absoluta en la capital y en la Comunidad de Madrid.
Así que, una vez más, a por el ventilador. Ante el escándalo, serio y documentado, de Sebastián y la oficina económica de La Moncloa, deprisa y corriendo, el PSOE ha intentado agitar las aguas en torno al vicepresidente de Esperanza Aguirre, Ignacio González González, en esa ya conocida línea defensiva de “en todas partes cuecen habas”, que los mafiosos italianos usaban en los años de “tangentópolis”. El pretexto, unas presuntas “adjudicaciones bajo sospecha” en la creación de una amplia área deportiva y de ocio que enriquece la calidad de vida de los vecinos en una de las más céntricas zonas de Madrid, ofrece aspectos curiosos e incluso alguno cómico.
Así, de primeras, la cosa sonaba interesante. El vicepresidente de la Comunidad de Madrid habría adjudicado “a un socio de su hermano y de su cuñado” la explotación de un campo de golf en el centro de Madrid. “Y el importe de la concesión dobló el previsto en el pliego de condiciones”. Esto último tiene su gracia. Dice la digamos “información” que el importe de la concesión ascendió a 3,2 millones de euros, por un plazo de cinco años, a pesar de que el presupuesto base de licitación era de 1,5 millones. Caramba, pues habría que felicitarse de que la Comunidad de Madrid reciba por la concesión más del doble de lo inicialmente previsto. Lo sospechoso sería precisamente lo contrario. Y es que, cuando se escribe al dictado de consignas, conviene al menos enterarse un poquito. Lo dicho, Wodehouse, pero sin gracia.
Cuando se entra en el fondo de la cuestión, resulta que nada de nada. Se trata de unas instalaciones deportivas construidas sobre antiguos depósitos de agua del Canal de Isabel II: cosa seria, dos zonas dedicadas a la práctica y aprendizaje del golf, un circuito de atletismo, un campo de fútbol y ocho pistas cubiertas de “padel”. Hombre, pues ya quisiéramos los que vivimos en otros municipios que nos hicieran algo parecido. Y encima resulta que la concesión se produjo por unanimidad del consejo del Canal, en el que también está el PSOE. Golpe fallido y con rebote. Es tan evidente que todo esto carece de entidad y está rebuscadamente cogido por los pelos, que los especialistas en la técnica del ventilador de basura deben buscar algo mejor a que agarrarse.
El escándalo claro, notorio, con grave escándalo y perjuicio para España en los mercados globales, y por lo que se ve, sin propósito de enmienda, es el de Miguel Sebastián, Carlos Arenillas y demás compañeros de Intermoney, con Julio Segura degradado al papel de comisario político y el honrado Pedro Solbes, el hombre que, como él mismo dice, habla poco y bajito, hundiendo cada vez más la potente cabeza entre los hombros, quizá como el Papa cuando optó por la pasiva evitación de males mayores bajo la barbarie nazi: “A la sombra de tus alas, oh Dios omnipotente, esperaré a que pase la iniquidad”.
Se ha lanzado mitinera Fernández de la Vega en apoyo a la candidatura de Miguel Sebastián –su mantenimiento es una auténtica bofetada del PSOE a la ciudad de Madrid, a cuyo frente se quiere poner a un hombre bajo algo más que sospechas– y esto sorprende. ¡Hay que ver a lo que obliga la política y la disciplina de partido! Toda esta sucesión interminable de escándalos –el asalto a Endesa, el tráfico de “dossiers” contra el presidente del BBVA, la entrega de la CNMV al clan Intermoney, el caso Arenillas y un largo etcétera– es coherente con la evidencia ya conocida de que Rodríguez Zapatero practica la filosofía de que “el fin justifica los medios”. Pero a la vicepresidenta la creíamos mas cercana al principio esencial de la ética del comportamiento público, que es lo contrario: “El fin nunca justifica los medios, sino que son los medios los que justifican el fin”.
Es un sarcasmo. El presidente del gobierno de España, cogido flagrantemente en las evidencias de práctica de colusión de política y negocios en el mismo corazón de La Moncloa y en el órgano teóricamente regulador de los mercados, la CNMV, no sólo no piensa ni por un momento si tiene la obligación ética de dimitir y adelantar elecciones, sino que ni siquiera sanciona a los corruptos, y los protege mientras echa con cajas destempladas a quien denuncia la corrupción. La dignidad institucional del país está por los suelos.
Eso sí, se hace otro proyecto manifiestamente mejorable de ley del suelo y se proclama urbi et orbe la lucha contra la corrupción de los constructores, y de paso, un paseíto por Marbella, que “lo de la Pantoja” se vende bien en las televisiones. Oiga, que los corruptos son los políticos, no los constructores, ya está bien de enredar. Son los políticos los que cobran a los constructores y no al revés. (Seguirá…)