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El sapo y el escorpión

El sapo y el escorpión

domingo 11 de julio de 2010, 19:53h
La fábula del sapo y el escorpión es famosa, pero en estos momentos es obligatorio recordarla porque viene pintiparada para analizar la realidad de la fusión de Caja Duero y Caja España. La recordamos: “Hubo una vez un sapo que estaba en la orilla de un lago descansando encima de una roca mientras observaba el cielo. Un escorpión seguía sus movimientos detrás de unos arbustos. Se acercó al sapo y le dijo. “¿Me ayudarás a cruzar al otro lado” . “No, no debo hacerlo – le dijo el sapo -, porque si te subes en mi puedes picarme y yo moriré.” A lo que le contestó el escorpión: “Piénsalo, yo no sé nadar y si te pico en el lago tu morirás, pero yo también, porque si tu te hundes, yo me hundo y moriré junto a ti. ¿Me ayudarás?”. “ Está bien – accedió el sapo -, te llevaré al otro lado del lago. Después tu seguirás tu camino.” El escorpión se subió encima del sapo. Con mucho esfuerzo el sapo ya iba a mitad del lago cuando sintió un picotazo en la cabeza. Inmediatamente se detuvo y le preguntó al escorpión: “¿Por qué me has picado?; ahora moriremos los dos.” “Discúlpame – dijo el escorpión -; no quise hacerlo, pero no pude evitarlo…, esa es mi naturaleza”.
   
O sea, que la colaboración - o fusión - entre dos entes de naturalezas distintas es materia imposible. Es lo que está pasando entre Caja Duero y Caja España. El sapo es Caja Duero y el escorpión Caja España. El sapo intenta salvar al escorpión, pero el escorpión, porque esa es su naturaleza, lo que hace es matar al sapo. Y en esa estamos con la elección por Caja España de Santos Llamas como presidente de la entidad fusionada. Caja Duero no es que fuera un dechado de gestión, por incompetencia manifiesta de su presidente, Julio Fermoso, pero es que lo de Caja España era mucho peor. Mal el sapo, pero mucho peor el escorpión. De ahí que necesitara pasar a la otra orilla, la del saneamiento exigido por el Banco de España. Y ahí Caja Duero - aunque muy lejos de ser la entidad solvente y brillante de los tiempos del añorado Sebastián Battaner - podía ayudar. Y ayudó, pero lo hizo tanto que se confió del escorpión, que, por su propia naturaleza - sus propios desastres - no podía cambiar el rumbo de las cosas. En esas estamos.
    
El espectáculo localista y pueblerino del otro día, en el que resultó elegido el escorpión Santos Llamas para presidir la “supercaja”, dejó claro que las fábulas, como ésta, aunque no sea de Esopo, Iriarte, Samaniego o Lafontaine, están cargadas de realidad. Que el escorpión, capaz de aguijonear con su veneno letal a todo lo que se mueva a su alrededor, sea la cara y la imagen, el nuevo logo, de la “supercaja”, es, cuando menos una temeridad. Que es lo que hizo el pobre sapo.
      
Sería genial que tras el consejo de los 34 Santos Llamas y su equipo decidieran cambiar el toro de Caja España por el escorpión. Serían muy coherentes, no obstante. Por dos motivos: porque el escorpión tiene un aguijón que bien pudiera sustituir a los cuernos y porque el escorpión puede ser más agresivo que el toro.
    
El logo que no puede ser es el del sapo, por muchos motivos, pero sobre todo por bobo y por confiado. ¿Cómo pudo aceptar el engaño del escorpión y subirlo a sus espaldas? .El caso es que lo hizo, igual que Caja Duero con Caja España. La que estaba en mejor circunstancia ha terminado engullida, por más que se dore el asunto. Que Lucas Hernández, de Caja Duero, sea el hombre fuerte es algo efímero; sólo es cuestión de tiempo. Porque esto es la primera vuelta. Después vendrá una segunda, en la que el lago, que es la banca, engullirá a las dos, a Caja Duero y a Caja España. Será una muerte merecida: el sapo por tonto y el escorpión por su naturaleza. Aunque después de la nueva Ley de Cajas el futuro está ya tan sentenciado que no se necesitan ni fábulas ni especulaciones
     
De todas formas, ahora el acertijo está en saber quién será el Presidente de la “supercaja”. Si Santos Llamas, aupado por los socialistas hace unos días desde Caja España, o alguien nuevo de consenso con los populares. Después de lo dicho por Juan Vicente Herrera, en el sentido que de que el presidente no puede tener intereses personales, caso meridiano y patético que coincide con Santos Llamas, sería de “supertraca” que este señor fuera el escorpión que nos llevara a todos al fondo de la ciénaga. Sería para dimitir de Castilla y León. Pero aquí todo es posible.

Aniano Gago. Periodista.
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