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Un discurso de mera supervivencia

Un discurso de mera supervivencia

miércoles 14 de julio de 2010, 16:03h

Zapatero ha hecho este miércoles uno de los discursos más planos y vacíos que se le recuerdan en debates de tanta importancia como el del estado de la Nación. Hizo, además, caso omiso de la petición sindical y avanzó los planes del Gobierno para los futuros pensionistas: edad de jubilación a los 67 años y variación en el cómputo de las prestaciones hasta alargarlo a toda la vida laboral. La izquierda real y los sindicatos están que trinan, pero también el PP, después de que Zapatero iniciara su discurso insistiendo en que buscará con el presidente Montilla la forma de saltarse la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut y crear una Justicia autónoma para Cataluña.

    En definitiva, sesenta y cinco minutos de discurso para no decir nada; sólo para enfadar aún más a los sindicatos, que le habían pedido que en este debate no hiciera ninguna propuesta sobre la reforma de las pensiones. Y sólo para predecir más paro, más penurias a los futuros jubilados y más recortes que se introducirán en los Presupuestos Generales del Estado para 2011.

    Para toda la oposición, sin matices, Rodríguez Zapatero ha cambiado todos sus postulados y ha asumido la pura ortodoxia económica en su discurso con el que ha iniciado el debate de política general, el más importante del año después del de los Presupuestos Generales. No ha habido nada nuevo, ninguna sorpresa, ningún conejo ha salido esta vez de la chistera, tal y como el presidente nos tiene acostumbrados en este tipo de intervenciones. Su discurso ha sido una mera exposición de hechos consumados y de un absoluto vacío en propuestas de futuro. Sólo se ha mojado en el tema de la reforma de las pensiones, y con ello lo único que ha logrado es enfadar a los sindicatos, a quienes, sin embargo les había dirigido un guiño inicial. La jubilación a los 67 y toda la vida laboral para el cómputo de la pensión anunciado por Zapatero ha sido la gota que ha colmado el vaso sindical. Llamazares y Herrera estaban que trinaban -y con toda la razón- en los pasillos del Congreso. Y lo mismo Ridao y Jorquera. Y al igual Rosa Díez y Ana Oramas.

    Junto a lo anterior, más malas noticias aún para los españoles: que aumentará el paro y que los Presupuestos para 2011 van a ser aún más restrictivos: "Estas medidas de ajuste adicional y unos nuevos presupuestos restrictivos para 2011, pudieran afectar al ritmo de reactivación del crecimiento" (sic).

Y todo ello después de reconocer que éste "ha sido éste un año duro, un año muy difícil", por el crecimiento descontrolado del paro, por la incertidumbre generada, por las "decisiones importantes" que se han tenido que adoptar y porque "todos se preguntan con legitimidad qué hemos hecho, qué estamos haciendo para salir de este bache profundo", y "sé que se lo preguntan sobre todo al Gobierno". En definitiva, que Zapatero ha reconocido que "tenemos necesidad de adoptar medidas para reducir el impacto en nuestra economía de la peor crisis que hemos padecido", pero no ha explicitado cuáles.

    Para el PP, la intervención de Zapatero ha sido de mera supervivencia, un intento a la desesperada de reeditar su famosa 'geometría variable' -de ahí el guiño a Montilla y al Estatut- y de querer a agradar a los sindicatos, a los que dirigió piropos cuando habló de la reforma laboral que ha hecho por Real-Decreto. Pero, como decimos, a los sindicatos los ha enfurecido con sus propuestas sobre la jubilación.

    Para el resto de los grupos, lo mismo: Zapatero ha asumido con seis años de retraso el discurso económico del PP, que ha venido insistiendo en lo que ahora 'vende' Zapatero: reducción del déficit público y reformas estructurales. Pero sin decir cómo lo va a hacer, sn lanzar ninguna propuesta y, sobre todo, sin despejar la incógnita de si lo quiere realizar con su actual equipo de Gobierno -éste, el mismo que nos ha llevado al desastre- o si va a hacer cambios en el Ejecutivo. Por no hacer propuestas, ni siquiera ha hablado, en el capítulo energético, sobre cuál es su posición respecto a la energía nuclear.

    En definitiva, ha sido el de Zapatero un discurso de mera supervivencia en un intento desesperado de reeditar su famosa 'geometría variable' que le permita mantenerse en el sillón. Pero esta vez no cuela.

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