¡Otro Mundial, por fa!

Uno echa la vista atrás y se da cuenta de lo bien que lo hemos pasado entre los meses de junio y julio. Casi todos los días había uno, dos y hasta tres partidos de fútbol en la tele y eso nos evitaba aguantar los tostones de las series y los denigrantes programas del corazón que no te dejan ni dormir la siesta con la Esteban, la Karmele y el impresentable de Jorge Javier Vázquez y compañía dando voces. Ha sido un mes idílico, y eso que a mí no me entusiasma el fútbol, en el que la Selección Española, sí Española por más que le pese a Montilla y a Anasagasti, nos ha sorbido el seso y ha provocado que olvidáramos durante un tiempo a toda la caterva de los políticos y sus habituales sandeces. Pasó el Mundial, pasó la zozobra, pasó la alegría incontenible con los goles de Villa, Puyol e Iniesta y las paradas de Casillas, pasó la euforia envuelta en la bandera española, la rojigualda (¿alguien ha visto estos días a algún aficionado, aunque fuese amigo de Torrijos, envuelto en la tricolor republicana?), pasaron las celebraciones multitudinarias y su resaca, y volvemos a la tediosa normalidad de un país en crisis.

No nos ha dado tiempo a recuperarnos del éxito cuando Zapatero aborda en el Congreso de los Diputados el Debate sobre el Estado de la Nación. ¡Toma ya! Viendo ayer el resumen de la intervencióin del presidente del Gobierno en un informativo de Canal Sur no tuve más remedio que sonreir al escuchar el apelativo con el que lo definían. "Zapatero -decía la redactora- afronta en estos momentos el debate más esperado de todo el año". ¿Esperado, por quién? ¿Cuántos millones de españoles  han seguido el importantísimo y trascendental debate? ¿a cuántos les ha interesado lo más mínimo lo que ha dicho Zapatero o Rajoy (del resto más vale que ni los mencionemos)? Es indudable que ambos hablaban de algo tan importante como es el futuro de España, es evidente que nos jugamos no sólo nuestros puestos de trabajo, sino, y sobre todo, los de nuestros hijos.Pero también es evidente que los debates parlamentarios de este tipo sólo sirven para el lucimiento cara a la galería (una galería que conforman sus propios diputados) de los líderes politicos que se juegan su puesto como dirigentes de los partidos y su futuro electoral. Y poco más. Seamos serios y pongamos las cosas en su sitio, en su justa medida. Después del éxito de la Selección en Sudáfrica hablar en el Congreso de esfuerzos comunes, poniendo para más inri como ejemplo el de los futbolistas, suena a demagogia barata, a tomadura de pelo, sobre todo si comparamos la joven y eficaz Selección de Fútbol de Vicente del Bosque que ha luchado por el Mundial con .el Gabinete mediocre y nefasto de Rodríguez Zapatero que no sabe ni cómo va acabar el desastre en el que nos han metido.

Menos mal que el citado Debate cierra el curso político y las vacaciones están a la vuelta de la esquina. Ahora sólo nos queda esperar que Alberto Contador continúe la racha de éxitos deportivos iniciada por Gasol en la NBA y Nadal en Wimbledon y se lleve también el Tour de Francia. Se acabaron las buenas noticias. Después aprovechen sus vacaciones, relájense, disfruten y sean felices porque nos espera un otoño de padre y muy señor mío. O de coco y huevo. Tanto es así que si yo fuera Zapatero, que ni lo soy ni lo pretendo, ¡Dios me libre!, movería todos los hilos a mi alcance (ya saben que según la vuvuzela Pajín es un carismático lider galáctico) para que en septiembre se volviese a repetir otro acontecimiento deportivo parecido al Mundial de Fútbol. Sólo así conseguiríamos mantener un estado de felicidad necesario para aguantar el coñazo y la poca vergüenza de la pseudohuelga general convocada por los paniaguados Méndez y Toxo para el 29 de septiembre para justificar, simplemente, sus buenos sueldos y sus coches oficiales, sueldos y coches que. por cierto,  les pagamos entre todos los españoles. Así que lo dicho presidente ¡Otro Mundial, por fa!