El debate sobre el uso del burka en los lugares públicos se puso sobre la palestra durante las propuestas posteriores al Debate del Estado de la Nación. Fue
Soraya Sáez de Santamaría quien alegó que era necesario prohibir la prenda musulmana. El Partido Socialista se niega a aceptar la propuesta del partido de la oposición y alega como excusa que eso significaría inmiscuirse en las libertades individuales y personales de las mujeres, así como en su propia dignidad.
Aquí, en España, la gran mayoría de la sociedad piensa que el hecho de que la mujer lleve burka -velo y yihab- es sinónimo de que el hombre le ha obligado, le ha impuesto la norma de llevar esa prenda, o que está recogido en el Corán -libro sagrado de la religión musulmana-. Y que tiene como principal significado opresión y dominación del hombre a su esposa. Pero, en algunas ocasiones, es la propia mujer quien se siente a gusto con esa prenda. En otras muchas, no.
El hecho de que la portavoz del PP haya realizado esta propuesta al Gobierno es por razones de seguridad. La razón es clara, debajo del yihab no se sabe quién es. ¿Un hombre, una mujer? El PSOE quizá tenga miedo de que esta propuesta se convierta en una razón más para comenzar con el pánico xenófobo y religioso, un cruce y confrontación de civilizaciones. Como ocurrió hace escasos meses en un colegio, en el que se
prohibió la entrada a una niña que llevaba un velo íntegro.
Bien es cierto que España tiene un Estado aconfesional, pero si en este debate radica la seguridad del mismo, quizá los políticos deberían plantearse seriamente qué decisión es la correcta y cuál hay que tomar. De hecho, esta no es la primera propuesta que se lleva a cabo con respecto al tema del burka.
Antecedentes de prohibición
Es el caso de
algunas zonas de Cataluña que, en junio de este año, prohibieron que se paseara con el burka en los centros cívicos, bibliotecas, mercados y guarderías ya que no se podía prohibir la prenda en la calle.
Otro caso, a nivel internacional, fue el
Parlamento belga, que aprobó en mayo la propuesta casi por unanimidad -a excepción de dos abstenciones-. Todavía no se ha convertido en ley porque falta que el Senado de el visto bueno a dicha propuesta.
Y un hecho más cercano. El pleno madrileño de Galapagar ha aprobado la moción que ha presentado el PP sobre la prohibición de la prenda musulmana en los espacios públicos. Comenzará a hacerse efectiva a partir de septiembre y las razones por las que se ha aprobado han sido para evitar las dificultades de identificación de las personas.