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Tanos y gayegos: Laburando en las orillas del Plata.

Tanos y gayegos: Laburando en las orillas del Plata.

jueves 05 de agosto de 2010, 19:36h

En Buenos Aires y Montevideo los emigrantes europeos no crearon ningún barrio de carácter étnico. Por eso, quizás hoy podemos buscar la contribución de los gallegos en el tango. Si todos los italianos y gallegos hubiesen vivido en su gueto rioplatense no habría posibilidad de cocinar nostalgias comunes. Cada una de las morriñas con sus características propias quedaría dentro de los límites del gueto. Aquí en estas ciudades poca importancia tuvieron los factores de tipo cultural para determinar un asentamiento en uno u otro barrio; lo importante fueron los factores de tipo estructural, es decir, el lugar de las fuentes de trabajo, la vivienda y los transportes. Claro está, que si había posibilidad de elección, los emigrantes gallegos preferían vivir cerca de algún familiar o amigo de su aldea.

En la capital argentina, los españoles en general, tuvieron más presencia en barrios céntricos como Montserrat, Concepción y San Nicolás. Los italianos fueron más para zonas de la periferia. Las diferencias de asentamiento surgen porque el español está empleado mayoritariamente en el sector servicios de las zonas céntricas y el italiano más comprometido con las actividades industriales y artesanales. El mismo comportamiento se puede apreciar en la capital uruguaya, con el agregado de que en las zonas de los suburbios los italianos también desempeñan labores horto-frutícolas. Los españoles tenían mayor presencia en los barrios Centro, Ciudad Vieja y Cordón. En la zona céntrica montevideana, en la calle San José, nace el Centro Gallego en agosto de 1879. Es menester un comentario sobre la letra original de un tango uruguayo muy famoso. Hablamos de Garufa que en su letra original hacía referencia a su origen uruguayo mencionando la calle donde se fundó el Centro Gallego (en la calle San José), pero que sus propios autores ---todos ellos hijos de Galicia--- modificaron para que tuviese aceptación en Buenos Aires (en el parque Japonés).

Las economías rioplatenses tenían escasa población, pero además en estos años una buena parte de la población tenía formas alternativas de subsistencia. En 1850 la provincia de Buenos Aires tenía tres millones de vacas y cuatro de ovejas. Unas inmensas extensiones de terreno (las estancias para el ganado vacuno), sin límites, permitían que de cuando en vez algún trabajador se emplease. Lo mismo sucedía en las ciudades, con una economía muy ruralizada en la que gran cantidad de trabajadores alternaban el empleo remunerado con la pequeña producción doméstica, la caza o la pesca y algún robo de cueros.

El estado quería disciplinar a la fuerza laboral, porque así lo pedían los estancieros. No había peones para el trabajo y cuando se conseguían surgía el problema de que podían dejar el trabajo en cualquiera momento. Las propuestas de los estancieros pasaban casi siempre por medidas de tipo represivo. Con la aprobación de leyes y sobre todo de un Código Rural quedan reglamentados los derechos de propiedad, la relación entre terratenientes, la organización de la policía rural y el vínculo entre patrón y peón.

Tanto en las ciudades como en el campo, la demanda de mano de obra seguía un ritmo estacional. El sistema quería trabajadores "regulares"  pero no aseguraba un trabajo "regular". Las estaciones y las zafras creaban desequilibrios permanentes. En el caso de las ovejas, la temporada alta comenzaba en el campo en octubre con la esquila y remataba a primeros del año siguiente  en el puerto con las tareas de almacenamiento y prensado de la lana para su embarque. Era una economía débil frente a las crisis cíclicas, por su estrecha relación con el mercado mundial. La actividad subía o bajaba bruscamente según fuesen los estímulos del exterior.

La mano de obra que se necesita llega desde Europa. Muchos gallegos ---que no quieren oír hablar del campo--- trabajan después de 1870 en la construcción de las vías del tren y en las obras de salubridad. En el año 1875 se contabilizan 7.000 trabajadores en las obras de alcantarillado de Buenos Aires y casi todos son europeos. En el Uruguay hasta después de 1870 no se puede hablar de organización empresarial moderna. Antes del año 1900 comienza un largo y no acabado proceso de modernización de la estructura rural uruguaya. Fue por medio del alambrado de los campos que los propietarios quedaron establecidos en tierras con lindes definidas.

Los investigadores uruguayos Wettstein y Rudolf señalan que justo cuando los criollos estaban incorporados al pastoreo de ovejas con un empleo estable es cuando aparece el alambre que "al mismo tiempo que marcó en forma insultante el derecho absoluto del terrateniente, separó definitivamente al peón de la riqueza que su trabajo producía". Los mismos investigadores dicen que entre 1870 y 1880 fueron colocados en el medio rural uruguayo 32 millones de kilómetros de alambre. El impacto negativo del alambre sobre el empleo ya fue tenido en cuenta en 1878 en un artículo de la revista de la Asociación Rural, donde M. Cluzeau Mortet se preguntaba: "¿Qué hará el desventurado paisano cuando se vea expulsado de la estancia donde vivía feliz con su familia? ¿Dónde podrá hallar una ocupación que le procure el sustento de sus hijos? Es innegable que la industria ha de nacer con el desarrollo de la ganadería perfeccionada, ¿pero de aquí a que llegue este feliz momento debemos condenar a las familias criollas a los horrores de una vida errante?".

Manuel Suárez Suárez
En la esquina montevideana.

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