Larrea, considerado un “radical con sus orígenes políticos en el MIR chileno”, estudió en la Universidad de Valencia, en España. Será el el encargado de convocar, a mediados de enero, el referéndum para ir a una asamblea constituyente, que conceda a Correa un cierto confort, del que ahora carece a pesar de las alianzas que puedan concretarse, en el Parlamento.
Las primeras declaraciones de Correa han sido tranquilizadoras para los inversores españoles, aunque las más aprensivas puedan ser las relacionadas con las telecomunicaciones, donde los nuevos gobernantes ecuatorianos van a insistir en reforzar los controles nacionales.
Por lo que se refiere a la petrolera Repsol, se centrará en conseguir la ampliación del actual contrato, que vence en 2012, hasta 2018, dentro del marco de la nueva Ley de Hidrocarburos, que data del año pasado.
La diplomacia española, y la europea en general, descarta que el resultado electoral ecuatoriano pueda ser impugnado por el opositor Alvaro Noboa de la misma forma como lo ha sido en México la victoria de Felipe Calderón por López Obrador.