La mano de los narcos mece la cuna

Cien años de revolución y 200 de independencia son un buen motivo para celebrar, eso está claro, aunque este año no haya sido el mejor para los mexicanos. La sombra de los narcos y las 388 personas que han sido ejecutadas por el crimen organizado sólo en las dos últimas semanas han nublado sus fiestas patria. Son demasiadas muertes para un país que no está en guerra.  México está triste, y ni los grandes esfuerzos económicos del gobierno, ni las banderas, ni los colorines de sus calles consiguen levantar el ánimo de los ciudadanos.

La guerra contra el narcotráfico, el revés de las inundaciones, los enfrentamientos políticos entre las dos grandes fuerzas del PAN y del PRI y la inseguridad ciudadana, que esta vez no tiene que ver con los capos sino que está protagonizada por una delincuencia común armada, dificultan un ambiente de júbilo y tranquilidad en un país que no consigue levantar cabeza.

Con esto no quiero decir que las celebraciones del bicentenario no tengan sentido, ni mucho menos. El México de 2010 es un país mejor que su pasado, pese al mal humor del momento. ¿Mejor en relación con qué? Mejor en relación con volverse un país civilizado, desarrollado y moderno.  Es decir, el sueño de un país próspero, equitativo y democrático. Se vea como se vea, están más cerca de eso hoy que hace 200 años.

Ahora se inicia el ‘primer día’ del tercer centenario como Estado, y los siguientes cien años, pienso, deberían elegir ser dependientes. Dependientes de la prosperidad colectiva, de la imaginación creativa, del trabajo constante, de la convivencia armónica, de la salud integral. Dependientes de la investigación y el desarrollo tecnológicos, de la ciencia, de la formación académica, de la capacitación constante, del cuestionamiento de prejuicios, del avance evolutivo…

México se encuentra en el mejor momento para demostrar su creatividad para generar propuestas de valor, del valor compartido para erradicar la pobreza, de dar soluciones, de la  interconexión con el mundo global, del valor económico, de legitimidad, de la lucha contra las injusticias del narcotráfico, una guerra que, al fin y al cabo, tiene que terminar.

Por eso, a pesar de la mano negra que mece la cuna mexicana, animo a sus ciudadanos a seguir luchando por un futuro próspero, por acabar con las injusticias y por seguir celebrando Centenarios de épocas pasadas. Hoy es su día, que “viva México”