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Zapatero, Rajoy y los gitanos

Zapatero, Rajoy y los gitanos

sábado 18 de septiembre de 2010, 23:17h

Lo que está sucediendo en Francia e Italia puede parecer nuevo, pero no lo es tanto. Un informe presentado a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en 2004 ya advertía de que la xenofobia, el racismo, la islamofobia y el antisemitismo estaban en aumento en Europa occidental, donde el resurgimiento de la extrema derecha es consecuencia de la crisis económica y del rápido influjo de inmigrantes no occidentales a sociedades hasta entonces ‘homogéneas’.

Las crisis económicas suelen derivar en crisis políticas, que alimentan el populismo, e incluso en tensiones sociales. Es una de las enseñanzas de la historia en Europa, también en otros países, pero aquí de manera singular, por ser el principal teatro de operaciones de las dos guerras mundiales. A día de hoy, puede ser exagerado buscar paralelismos con ese trágico pasado, pero quizá no tanto establecer alertas para evitar que se repitan ciertos males de la historia, de ahí la importancia de combatir estos días los populismos asociados a la expulsión ilegal de gitanos rumanos y búlgaros.

La política de respeto a la libre circulación y a la no discriminación por razones étnicas está, de entrada, en juego en Europa, lo cual tiene pocos precedentes desde que existe la UE, y no vaya a ser que la comisaria Viviane Reding, que se atrevió a comparar las deportaciones francesas con las realizadas por los nazis en la II Guerra Mundial, acabe teniendo algo de razón. Porque Reding, que ya se disculpó, pudo haberse excedido, pero no fue ella quien tomó decisiones políticas contrarias al derecho europeo, sino el presidente Nicolas Sarkozy. En definitiva, las deportaciones de gitanos ordenadas por el Gobierno de Francia y reprobadas por la Comisión Europea, al vulnerar principios y directivas de la UE, constituyen un grave episodio político, porque no se trata de expulsiones justificadas e individuales, sino de deportaciones indiscriminadas y colectivas, que solo cabe rechazar y condenar sin ambigüedades.

Digásmolo claro: el populismo xenófobo que supone la repatriación de rumanos impulsada por Francia es un caso trágico y España, que es un país capaz de integrar a 600.000 gitanos, debería mantener a flote principios básicos de la democracia, la convivencia y su propia legislación. A ese respecto, la explicación del presidente Rodríguez Zapatero sobre la expulsión de gitanos ha descolocado al PSOE y al país entero, de ahí la conveniencia de que el Congreso condene cuanto antes las repatriaciones colectivas e indiscriminadas. En ese sentido, no solo hay que esperar mucho más del jefe del Gobierno, sino también del líder de la Oposición, que todavía ayer prefirió no hablar de la utilización electoral que los populares catalanes están haciendo de las expulsiones de rumanos gitanos y búlgaros por parte del Gobierno francés. Zapatero y Rajoy ya deberían saber que hay cosas ante las que no se puede mirar para otro lado.

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