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El tintero: Generación perdida

El tintero: Generación perdida

martes 28 de septiembre de 2010, 23:51h

Por poco, pero para mi desgracia dicen que formo parte de una nueva generación perdida. Qué mala suerte. El Banco Mundial, entre otros omnipotentes organismos internacionales, advierten  que  la tasa de paro de quienes tenemos entre 14 y 26 años ―en mi caso 26 y pico, por lo que no me libro― es tan preocupante que existe un alto riesgo de convertirnos en la Generación Perdida del Siglo XXI. Bonito nombre; ya formo parte del grupo en Facebook. Habrá que buscarle el lado útil como sea…

De la Lost Generation, de la que ‘copiamos y pegamos’ el nombre para nombrarnos a los actuales, hablaba Ernest Hemingway en 'París era una fiesta', obra en la que se refería a la generación del crack del 29, la del período de entre guerras. Dio nombre, asimismo, al conjunto de literatos norteamericanos que vivieron en Europa en dicho momento. Muy a mi pesar, al contrario que Hemingway, no soy escritor. No me considero ni un plumilla que dicen de los periodistas. Me valoro, por ahora, como un sencillo junta letras. Junta letras de la Generación Perdida del s.XXI, ¡Qué gran credencial!

En lo que sí me parezco al novelista estadounidense es en mi querencia por Cuba, lugar en el que, por cierto, ya ni saben cuantas generaciones perdidas consecutivas acumulan. Como en mi caso, a un turista educado en el espacio Schengen que ha abierto los ojos al mundo de la mano de una beca Erasmus, entrar por primera vez en la dictadura cubana puede hacerle sentir como un delincuente cuya única infracción es viajar, actividad que en el caso de aterrizar la Habana parece que se ha realizado incluso en el tiempo. Esa sensación provocada por los pesados controles de seguridad, acompañados por incómodas preguntas personales, y los numerosos policías vigilantes de todos tus movimientos, se suma como carta de presentación al humo de los cigarrillos al borde de la escalerilla del avión, los desconchones en las paredes, el óxido de las instalaciones y los detectores de metal de dudoso funcionamiento. Al contar y recordar todo esto me doy cuenta de que España y Castilla y León no se vive tan mal; qué manía de quejarnos tenemos. No obstante, y a pesar de la negatividad que conlleva la descripción del país caribeño, esa especial bienvenida al corazón de la más grande de las Antillas Mayores forma parte esencial de un país que suple las carencias materiales con la cancamusa que destila su historia viva. Vamos, que aunque sea difícil, vivir del aire es posible. Deberíamos aprender de ello los gallegos por si las moscas.

Y es que en Cuba no es que no sea oro todo lo que reluce, sino que la ausencia del mismo evidencia la falta de todo; en su mayoría bienes materiales y derechos básicos. Ayer, el Gobierno del presidente Raúl Castro inició despidos masivos de funcionarios, suprimiendo el seguro de desempleo indefinido, como medida frente al empeoramiento del panorama económico. Vamos, una reforma laboral a la cubana todavía a años luz de la impulsada por Zapatero en España. La principal diferencia entre ambas, además de las muchas  evidentes, será que una se aprobará casi seguro con huelga general de por medio.

Por todo ello, es necesario tener en cuenta que para salir de la actual coyuntura económica es fundamental el papel psicológico, así que voy a aportar mi granito pensando en positivo. Por ello, de entre ver el vaso medio vacío y resignarme a formar parte de una generación desaprovechada, o verlo medio lleno y darme cuenta de que al menos formo parte de un grupo que tiene la oportunidad de luchar por hacer las cosas bien desde el inicio, me quedo con el vaso medio lleno, que si por lo menos contiene un buen ron cubano, el mal trago pasará mejor. ¡Salud!

Álvaro Gago. Director de Diariocrítico Castilla y León

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