www.diariocritico.com

Belén López comparte su experiencia

Quemando etapas

Quemando etapas

martes 05 de octubre de 2010, 08:55h
He de confesaros que últimamente, cuando se pasan los cansancios varios, me sale una energía que me voy a tener que dejar puesto permanentemente el pulsómetro que utilizo para caminar con el fin de no sufrir un infarto de miocardio prematuro. En la última semana he salido dos noches a cenar, una a comer, una a merendar y otra a desayunar con lo que certifico que poco a poco vuelvo a ser la misma y, ante mi falta habitual de término medio, o sea de virtud, mis amigas Marta y Cris tendrán que seguir preguntándome antes de salir a la calle si estoy “de Juanín o de Juanón”.
El otro día escuchaba el testimonio de una conocida diseñadora que afirmaba que lo que más le había ayudado a lo largo de su curado cáncer, había sido no interrumpir su ritmo de vida, es decir, seguir trabajando, jugando con sus hijos, participando en la sociedad...etc.  No es la primera vez que leo algo parecido con auténtica admiración a estas “superperwoman”, es lo ideal y lo que debemos intentar pero yo  he estado hecha una auténtica Hommer Simpson por gorda, calva y amante del sofá, y no he querido forzarme a ciertas cosas. Me apeteció estar 3 meses en una cuevita de dónde sólo salía cuando me sentía muy protegida y eso fue porque me hacía falta.

Ayer cerramos el local donde la asociación que formamos hace más de un año desarollaba su proyecto. Al contrario de lo que imaginaba, se me ha quedado una sensación extraña  de alivio, de descarga de una responsabilidad súper ingrata que nos va a evitar esa lucha constante contra los elementos en forma de: técnicos de concejalías que piensan que les quieres quitar su trabajo, organismos que te engañan con promesas incumplidas o alcaldes a los que pides mil citas y ni te contestan jamás.

Realmente creo que comienza una etapa y, aunque ahora no me siento para estar al pie del cañón cinco días a la semana, sí que seguiremos luchando contra la violencia hacia las mujeres desde la sensibilización y allí dónde nos llamen, estaremos. Mientras tanto, me quedo con cosas invalorables como unas grandes colegas de batalla y el apoyo de toda la gente que tantas veces nos ha sacado del atolladero económico.

Como mi tratamiento de quimio acaba el 16 de noviembre, y contando con que “Juanón” sobreviva a la celebración, el día 22 del mismo mes me han dado cita para la mamografía final y el 29 con el cirujano para programar la intervención o sea que me quedan dos meses para ir mirando “Interviús” y  elegir modelo.

No me gusta el oncólogo de mi madre. Es una de esas personas que parece estar por encima del bien y del mal. La trata como si fuera una niña pequeña, insensata y cateta. Le hemos preguntado por ciertos tratamientos basados en principios activos naturales, como por ejemplo el muérdago, medicamentos recetados habitualmente en toda Europa por los médicos “al uso” para reforzar el sistema inmunitario y la calidad de vida y hemos recibido una muy congruente respuesta: - “no estoy a favor de esas cosas pero no tome nada sin consultarme que el zumo de pomelo está contraindicado en estos casos”. Precisamente eso es lo que hacíamos, consultarle, aunque sin mucho resultado teniendo en cuenta que el zumo de pomelo no se mencionaba en el estudio que aportamos y que, por supuesto, nunca se leyó.

He de decir también para ser justa, que este hombre nos ha hecho pasar grandes momentos. En la última consulta, nos encontrábamos en la zona de espera llevando a cabo nuestra particular forma de terapia que, aunque precisamente no consiste en organizar un cuadro flamenco espontáneo con cantaores, bailarinas y palmeros elegidos al azar entre los animados pacientes sino en charlar pacíficamente de “nuestras cosas”, se ve le provocó una desconcentración inoportuna y repentinamente se escuchó su voz en estilo “ultratumba megafónica” diciendo categóricamente por los altavoces: - “¡NO HABLEN, SUSURREN!, ¿han oído?, ¡NO HABLEN, SUSURREN!”. Vaya si oímos pero por más que quisimos reprimirla, el susurro de mi hermana y mío se convirtió en una carcajada y la reacción se repite cada vez que lo recordamos por lo que, gracias Sr. doctor, que no vamos muy sobradas últimamente de ataques de risa. Mamá siente mayor afinidad hacia él que yo, supongo que la edad te agudiza la paciencia.

Lea las anteriores entradas de 'Mi cáncer de mama y yo'

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios