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Etarras en Venezuela

Etarras en Venezuela

martes 05 de octubre de 2010, 10:24h

Hubo un tiempo, no muy lejano, en que Francia era considerada un refugio de ETA, el lugar en que los terroristas se escondían, se entrenaban y ocultaban sus armas. Y ahora todo indica que, una vez desarticulado el “santuario” francés, gracias a la cooperación antiterrorista del  presidente Sarkozy, los etarras han buscado otros campamentos de aprendizaje, entre ellos la Venezuela de Hugo Chávez. Y esa sospecha se ha confirmado tras la declaración de dos miembros de un comando etarra, Xabier Aristrain y Juan Carlos Besance, detenidos el pasado miércoles en Guipúzcoa. No se trata, por tanto, de fantasías infundadas o de vanas imaginaciones, sino de pruebas documentales y de confesiones de los propios etarras. Y, además, se conoce hasta el nombre del instructor de terroristas, del maestro de asesinos, que es Arturo Cubillas, un etarra deportado a Venezuela y actualmente alto cargo en el Instituto Nacional de Tierras de aquel país.

    Y ahora el ministerio español de Exteriores, tal como es su obligación, le pide explicaciones a Venezuela sobre este asunto en que se producen, según investigaciones de la Audiencia Nacional,  responsabilidades del Gobierno de Hugo Chávez y conexiones con los etarras y con los terroristas colombianos de las FARC.

    En fin, que los etarras no viajan a Venezuela a hacer turismo, a conocer otro mundo y otras culturas, sino a hacer un “máster” en  las técnicas de manejar armamento, montar explosivos, organizar seguimientos a posibles víctimas, chantajear y matar. Un viaje de estudios o una licenciatura muy macabra, muy terrible, muy lamentable.

    La diplomacia es una de las bellas artes, y quizá el más complicado de los oficios. Pero la diplomacia no es sólo “templar gaitas” ni habilidad para decir sí y decir no al mismo tiempo, con proverbial ambigüedad, sino que debe consistir en denunciar con toda firmeza, y cueste lo que cueste, las acciones que atenten contra los derechos humanos de otro país; y no hay derecho humano más sublime que la protección de la libertad y de la vida.

     Quizá en Caracas, y como es norma de la casa, tenga una escasa repercusión la protesta española por el adiestramiento de etarras. Pero ni nos podemos callar ni debemos aceptar la mentira y la patraña como respuesta. Es éste uno de los casos claros en que la comunidad internacional, y más concretamente la Unión Europea de la que formamos parte, no puede dejar a España sola, clamando en el desierto, por mucho que bajo el desierto venezolano haya petróleo y sean muchos los intereses españoles en el país del errático Hugo Chávez.

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