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Díaz Ferrán, objetivo a batir

Díaz Ferrán, objetivo a batir

martes 05 de octubre de 2010, 10:26h

La situación personal de Gerardo Díaz Ferrán al frente de la CEOE es mucho más poliédrica de lo que pretenden sus hagiógrafos y sus descalificadores, que de ambos tiene el polémico empresario gallego, hombre de grandes éxitos en buena parte de su vida empresarial y que cruza ahora un auténtico calvario de importantes crisis con muy difícil salida. Mejor empresario que comunicador, Díaz Ferrán ha estado siempre bastante mal aconsejado en este último terreno y ahora paga las consecuencias con un deterioro de imagen que probablemente excede del que le correspondería en justicia. Pero es sabido que, como en el viejo dicho, la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Y la verdad, incluso percibida desde la amistad y el reconocimiento empresarial que merece, es que la compleja situación de sus empresas hace muy difícil su permanencia al frente de la CEOE, y que cuanto antes asuma esta circunstancia es muy probable que obtenga conclusiones más convenientes incluso para sus propios intereses.

    Sucede que, en la cúpula de la CEOE, el gallego Díaz Ferrán es presa mucho más visible y fácil para los interesados en darle caza, que no son pocos. La idea de que la CEOE le proporciona mayor fortaleza negociadora, al menos con los poderes públicos, es corrosiva y puede acabar siendo letal para sus propios intereses. Alguien está aconsejando muy mal a Gerardo Díaz Ferrán, probablemente desde intereses distintos a los propios del ahora mismo polémico presidente de la patronal. Desde luego, y no de ahora, en materia de imagen y comunicación sus amigos dicen, y es probable que no les falte razón, que parece siempre aconsejado por el enemigo. Escribo esto con la asepsia y tranquilidad de desconocer quiénes se ocupan de los temas de imagen y comunicación del todavía presidente de la CEOE, y que probablemente ni serán tan ineficientes como unos dicen, pero desde luego tampoco parecen tener la mínima eficiencia deseable.

    Lo escribiré por directo y desde la amistad que Díaz Ferrán sabe que le profeso: muchos piensa y dicen que lo mejor que puede hacer, en las actuales circunstancias, es dejar la presidencia de CEOE y centrar toda su capacidad, que es mucha, y sus esfuerzos en cerrar bien la crisis de sus empresas, recuperar pulso e iniciativa como empresario –que siempre lo será, y puede volver a tener el éxito que seguramente merece– y ganar tiempo al tiempo, recordando que no hay camino de imposible retorno. Todo, menos prolongar una agonía crítica y estéril de la que sólo puede salir más perjudicado. Bien es verdad que otros buenos empresarios me dicen lo contrario, que Díaz Ferrán debe resistir y que puede y debe hacer compatible su recuperación empresarial con la presidencia de la CEOE. Me parece difícil, pero sin duda ellos saben más que yo de estas cosas, con el valor añadido de haber vivido algunos de ellos parecidas o incluso peores circunstancias. En cualquier caso, es una decisión que le corresponde y que nadie puede tomar por él.

Cuestión diferente es la rara obsesión, socialmente nociva, con que, en este país nuestro, tan necesitado de iniciativa y pulso empresariales, se demoniza con rapidez a los empresarios con problemas, en tanto se dan por buenas las andanzas de unas organizaciones sindicales manifiestamente mejorables, por decirlo con suavidad. Pero éste es otro tema, merecedor de análisis extenso y aparte, al que me comprometo en breve. Así que, al final del final, nadie más que el propio Díaz Ferrán es responsable de sus problemas como lo fue antes de sus éxitos empresariales. De ambas cosas, no sólo de la parte que a sus enemigos personales conviene.

    Gerardo Díaz Ferrán debe ser consciente de que, durante las próximas semanas, sus movimientos serán seguidos con lupa, y actuar por tanto en consecuencia. Las consecuencias del éxito, en la actividad empresarial como en cualquiera otra, son plurales y ambiguas, porque se generan muchos amigos y probablemente muchos más enemigos. Y el voluntarioso empresario gallego debe tener en cuenta que la presidencia de la CEOE, cuyo listón dejó tan alto el inolvidable José María Cuevas, no es cualquier cosa. En ella se tiene mucho poder de influencia, pero también se está expuesto a muchos ataques de gran dureza. Gerardo Díaz Ferrán está en la línea de tiro y es una pieza que no pocos quieren cobrarse. Así son las cosas.

 

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