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Molestos y maleducados

miércoles 13 de octubre de 2010, 08:14h
Uno de los familiares de los guardias civiles asesinados hace unos meses en Afganistán no podía reprimir las lágrimas. El homenaje a los que dieron su vida por España es el momento más emocionante del desfile que se celebra en Madrid por la Fiesta Nacional del 12 de octubre. Había más familiares de víctimas, este año cuatro en Afganistán y otras cuatro en Haití, que recibían emocionados y orgullosos de manos del Rey, en mitad de la Castellana de Madrid, el reconocimiento, agradecimiento y cariño de todos los españoles por el sacrificio realizado por su familia para defender los intereses de todos en una misión internacional. Ese instante no era respetado, un año más, por un pequeño pero ruidoso grupo de maleducados que gritaban “Zapatero, dimisión”. Esta protesta se ha convertido en una mala y fea costumbre desde hace tres años contra el presidente del Gobierno durante el desfile del 12 de octubre. Por supuesto que quien quiera puede pedir a gritos la dimisión de José Luis Rodríguez Zapatero. Le pueden silbar y abuchear, mostrar todo su rechazo y malestar, pero ya está bien de que el desfile con motivo de la Fiesta Nacional se convierta en un continuo malestar para todos los asistentes y, sobre todo, una falta de respeto al Rey como Jefe del Estado, a las Fuerzas Armadas protagonistas del acto y, sobre todo, a los familiares de los que han fallecido en acto de servicio a España. Seguro que hay múltiples ocasiones para abuchear a Zapatero y pedir su dimisión. Hay quien acampó en la valla del palacio de la Moncloa durante semanas para protestar por su situación. Lo que no es admisible es que, sea quien sea el presidente del Gobierno, haya un grupo que se dedique a molestar con sus gritos a la gran mayoría de participantes en unos actos que son los más importantes y representativos de la celebración de la Fiesta Nacional.

La indignación que produce esta falta de respeto se comentaba en los pasillos del Palacio Real, durante la recepción ofrecida por los reyes a personalidades de la sociedad española. Había quien se resignaba como algo inevitable dentro de la libertad de expresión que goza España, había quien afirmaba que la generosidad de la democracia debía tener sus límites de respeto a los demás. Y surgía con cierta consistencia la idea de que un cierto germen de extrema derecha se alimenta intencionadamente desde algunos sectores. También había tiempo para intentar averiguar por qué no había desfilado la bandera de Venezuela cuando se trataba también de homenajear a los hermanos iberoamericanos que cumplen el bicentenario de su independencia. La sospecha general apuntaba a una nueva y triste ocurrencia del régimen de Hugo Chávez. Otro momento de especial interés se ha producido con el saludo entre José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda. Lo cordial no quita lo valiente al político manchego que ha tenido que puntualizar sus declaraciones producto de unos pensamientos que anidan en la mente de otros dirigentes autonómicos socialistas que callan estratégicamente. No es el caso del catalán José Montilla, que dice lo que piensa y cuya presencia en Madrid siempre es bienvenida.
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