MAFO, el amigo listo

   El gobernador del Banco de España lleva un tiempo diciéndole al Gobierno algunas cosas interesantes sobre la que debería ser su manera de proceder para sacar a España de la crisis económica que ha llevado al país a la mayor tasa de paro de la historia, de la Unión Europea y de toda la OCDE. Es verdad que Fernández Ordóñez estuvo un tiempo calladito, precisamente cuando más le convenía al Gobierno. Es decir, los meses anteriores a las elecciones de 2008, cuando la que se nos venía encima era más que evidente. Sus silencios rotundos ayudaron al presidente sin ninguna duda a revalidar la mayoría que le ha permitido gobernar esta legislatura. Ahora, se diría que se ha convertido en azote de Zapatero. Quizás no quiera ser cómplice ni un minuto más del desastre. Y, además, le permite quedar muy bien sobre todo en asuntos que no competen al Banco de España. En los suyos no es que se pueda decir que haya hecho los deberes a pleno rendimiento y satisfacción.

   Pero es que, además, nos acabamos de enterar que el Banco de España ha sido en los momentos más difíciles un gran apoyo de Zapatero, al realizar la mayor compra de deuda pública que se ha visto en 19 años. El banco emisor le ha comprado al Tesoro bonos y obligaciones cuando más entredicho estaba la calidad de la deuda y el volumen mayor de necesidades de financiación. Casi 18.000 millones de euros. Claro, que no ha sido el amigo tonto, sino el listo. En esos momentos es cuando precisamente el Gobierno ha tenido que pagar más por la compra de esa deuda. De hecho, en paralelo a estas compras, el banco de España se ha deshecho de deuda de otros países, como Alemania, cuya rentabilidad es mucho menor. Así que una de cal y otra de arena. Te ayudo a solucionar un problema, pero con un alto precio. La pela es la pela que dicen los catalanes.

   No nos hubiera importado que el señor Fernández Ordóñez hubiera sido tan diligente en la compra de deuda pública o en las últimas críticas a Zapatero si no se hubiera comportado en los inicios de la crisis como lo hizo. O estuviera siendo tan listo en lo que tiene que ver con su negociado. Por ejemplo, con la reestructuración del sector de las Cajas de Ahorros o con la premura a bancos y cajas para que pusieran al día sus balances, aunque hubiera sido a costa de fondos públicos. Hoy, quizás, estaríamos viendo un paisaje financiero completamente distinto. Por ejemplo, como el de Estados Unidos, donde se puede decir que prácticamente han devuelto al Estado norteamericano los 700.000 millones de dólares que necesitaron para sanearse.


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