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Hijos de la Tierra

Hijos de la Tierra

jueves 14 de octubre de 2010, 07:51h

Lentamente, como en parto múltiple, la Tierra va pariendo a treinta y tres de sus hijos. Hijos de la Tierra, como el resto de los millones que ignorando su maternidad transitan su superficie.

Hoy, detenidos frente a monitores que en cientos de lenguajes nos hacen partícipes de este milagroso parto a lo largo y ancho del globo azul que viaja en el espacio infinito, una nueva humanidad fecundada por treinta y tres almas tal vez aprenda la nueva lección.

Plegarias planetarias pujaron por ellos. Espíritus tecnológicos aportaron los canales que abrieron la matriz fecunda de la Madre Tierra. Almas fraternas acogieron a cada uno de los renacidos. Innumerables viejos humanos despertaron del sueño de la separación comprendiendo que su única identidad es universal y cósmica. Cada uno de los adormecidos humanos reaccionaron comprendiendo que cada vida rescatada era una nueva oportunidad y esperanza para todos.

Treinta y tres historias y setenta días. Unos pocos seres y muy poco tiempo en la escala del vasto Universo, pero suficientes para activar en la genética humana la compasión y el amor universal demostrando que algo está cambiando en la conciencia del mundo.

Si un puñado de ilustres desconocidos, movilizaron tanta energía, buenas intenciones y positivos pensamientos en incontables anónimos seres de las más diversas razas, ideologías y credos, la utopía de una hermandad terrena no parece ya tan lejana.

Si ellos como nosotros son un crisol de historias y realidades, y si ellos han podido resistir a las más diversas adversidades, nosotros como ellos podemos permitirnos ser paridos nuevamente a la luz de una nueva vida.

Desde las entrañas de la Tierra fuimos todos testigos privilegiados de este simbólico parto. Treinta y tres apóstoles emergieron como testimonio de una renovada esperanza planetaria.

Quiera el Dios de la Vida que sepamos aprender del símbolo, dejando que de las profundidades de nuestro humano corazón emerja renovado un nuevo ser, despierto y abierto a la nueva conciencia, pleno de Amor y comprometido fraternalmente con sus hermanos de la Tierra.

A mis hermanos mineros: ¡Bienvenidos y Gracias por ayudarnos a despertar!

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