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El valor de lo pequeño

viernes 25 de mayo de 2007, 20:24h



Que nadie piense que esto de ser promotor no es sacrificado. Ya lo creo que lo es. Lo es un güevo. Que la cosa te viene como muy bien encarada cuando ya empiezas a andar bien. Pero, ¿y antes, cuando te estás desperezando? Eso son palabras mayores, coño. Casi todos habemos empezado por abajo. Unos limpiando pozos, otros cargando sacos de cemento y colocando ladrillos (acojonao he dejado a algún arquitecto cuando me arremango y empiezo a poner ladrillos a cordel, que me quedan las paredes rectas a escuadra). Pero cuando empezábamos, además lo hicimos con pequeñas cosa. Que si el arreglo de una cuadra; que si levantar una nave para cerdos; que si arreglar una casa que se caía a pedazos. Y asín empezamos a ganar las primeras pesetas, las que nos sacaban de trampas y de créditos chupadores de los bancos y de las cajas de ahorros.

Por eso yo, que según mi señora, la Mati, soy un sentimental de cagarse y, además, voy de bueno por la vida, me miro con buenos ojos a todos esos contratistas de los pueblos pequeños, esos que cogen los trabajillos y chapuzas que ya no cogemos los grandes. Hoy son pequeños, es verdá, pero mañana se pueden hacer medianos o puede que grandecitos. Se escomienza por el gotelé y cosas así, como colocando porcelanosas hasta en el techo del cuarto de baño, y, aluego, hasta se hacen los dos o tres primeros chalés. Asín empecé yo, y a mucha honra. Que he llegao a dónde he llegao por doblarla todas las veces que hiciera falta, aparte de casarme con la Mati, hija de contratista, que algún empujoncito me dio mi suegro, que andaba a las reparaciones en Azuqueca de Henares, y es de bien paríos el ser agradecíos.

Y a mí me encabrona la tira que haigan algunos que ponen a parir a los pequeños y a los ayuntamientos comprensivos que les dan vidilla. Me he enterao por un listero de la obra que estoy haciendo en Valladolid, un tipo gallego al que promocionaré cualquier día de estos, que en su pueblo, que es Escairón, en la provincia de Lugo, que se miran –los de izquierdas, claro—como muy malamente a su alcalde Joaquín González, que es del PP, por llevar como dos años con la reforma de un edificio de la Plaza de España, una casa de piedra que está muy bien hecha, por canteros de los de antes. Arresulta que el buen alcalde la había arreglao –y el ayuntamiento pagado—para los de la tercera edad. Pero, aluego, se dio cuenta de que era mejor que, en vez de montar una cosa tipo casinillo de pueblo para abueletes, que la finca se dividiera en pisos asistidos para gente mayor. Claro, hubo que tirar todo lo hecho por dentro y volverse a meter en obras. Y así el contratista ha seguío. Y yo no critico a ese alcalde, que de seguro que vuelve a salir el domingo 27 de mayo. El buen hombre se dio de cuenta que habían cambiao las necesidades del municipio, como aquel que dice, y, claro, había que reformar la reforma de la casa. ¿Es o no es? Pos claro que es. Y, asín, el contratista se ha tirao dos años. Y los que vendrán, porque ahora, que no deja de ser una casualidad, se ha dao cuenta de que lo que realmente necesita el municipio, es una residencia de la tercera edad. Y, equilicuá, hay un solar dentro del Mercado Ganadero, con lo que hay sitio suficiente para hacer una residencia p’a los mayores, que el tipo lo ha anunciado antes de la campaña electoral. O sá, que el edificio de la Plaza de España hay que volver a dejarlo como centro de día, que le dicen, con sus barajas de cartas y sus fichas de dominó. Otra vez obra nueva, que como dice el Fabián, mi asesor de prensa, “eso es bueno para el sector, don Fulgencio”. ¡Coño, y tan bueno, que tal que asín comencé yo en la Sierra de Madrí!.

Como que el coñazo de la campaña se acaba, yo quiero agradecer a esos alcaldes de pueblo que se preocupan por la construcción local. Son buena gente. Dan de comer a bastantes. M, de vez en cuando, como que hay que agradecerles el detallito. Pero esa es otra historia. Eso sí, privada, que tampoco es cuestión de andar contando por ahí qué Montse visita una concejalía de Urbanismo o qué alcalde acepta donaciones de sus vecinos. Que hasta los alcaldes tienen derecho a la intimidá y que a nadie le importe lo que hagan fuera del despacho. Tanto si rezan el rosario como si pasan el cazo.

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