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Se busca político en paro

Se busca político en paro

lunes 18 de octubre de 2010, 14:43h
  Sea quien fuere el nuevo titular de la cartera de Trabajo, cuyo nombre se conocerá probablemente mañana, ese ministerio seguirá siendo incapaz de proporcionar ningún empleo a nadie, salvo al nuevo ministro, por lo cual sería recomendable que, cuando menos, el agraciado procediera de las filas del paro. Pero, ¿hay políticos en paro? Los del PSOE, entre cargos públicos e internos, entre pitos y flautas, diríase que están colocados todos, y los del PP, entre pitos y flautas, y entre cargos públicos e internos, también. ¿No hay en paro ninguno? ¿En el partido que gobierna no hay un sólo político en paro al que colocar de ministro de Trabajo, en la seguridad de que desempeñaría el cargo como cualquier otro, pues tampoco hay mucho que desempeñar?

   Es cierto que el tal ministerio, que al menos debería velar por la dignidad del trabajo y de sus actores, defendiéndoles del abuso y la explotación, se corresponde con un gobierno que ha implantado una reforma laboral que lesiona gravemente a esos actores, como también lo es que, por la cosa de las transferencias autonómicas, está más vacío de contenido (como Cultura, como Sanidad...) y queda más anacrónico que un anuncio de fajas, pero no lo es menos que si en la actual coyuntura de paro masivo, "eres" salvajes y contrataciones-basura, ese ministerio cayera en buenas manos, daría mucho que hablar. Lamentablemente, será otro político en nómina, gris, el que herede la inanidad de Corbacho, y su sumisión al partido y al Mercado, que, por cierto, ya tiene delito llamar Mercado de Trabajo al mundo laboral, y eso que ahora no pasa de cutre y triste Mercadillo.

   En realidad, y a tenor de las circunstancias, todos los ministerios serían prescindibles, salvo el de Igualdad, bien que sólo en el caso de que se tomara en serio fomentar lo que sugiere su nombre, la igualdad de oportunidades y ante la ley de todos los españoles. Para lo que sirve el Ministerio de Trabajo, ese enano acobardado por el gigante Plutocratón, dénselo a cualquiera, preferiblemente, ya digo, a un parado.


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