Censo nacional e identidad

Ciertas versiones mal informadas o tal vez malintencionadas, han intentado en estos últimos días reducir el censo nacional que se realizará el próximo miércoles, a una simple operación de tipo estadístico.

Quienes ostentamos plena conciencia que este instrumento posee un considerable valor científico en aquellas comunidades que han sido privadas de información referida a aspectos relevantes de su composición identitaria, aplaudimos con fervor que en esa oportunidad censal se haya incorporado -entre otros tópicos realmente novedosos- una interpelación que permitirá dar cuenta por primera vez de un aspecto significativo de nuestras raíces: la de los afro-descendientes.

Si bien es cierto que muchos africanos perecieron a causa de las  enfermedades y las guerras acontecidas en el Siglo XIX, otros, se incorporaron a nuestra dinámica mestiza aportando herencias lamentablemente no muy difundidas. En una reciente entrevista publicada en Página 12 Dina Picotti, especialista en estudios afroamericanos, reconoció que su influencia no se circunscribe a lo musical (el tango, el malambo o al ritmo básico de nuestro folklore el 2 por 3) sino que puede extenderse hacia vocablos como candombe y zamba palabras de origen bantú, una familia de lenguas que se extiende desde el centro al sur de África - y además - hacia cosmovisiones como "la de formar parte de la naturaleza y convivir en armonía, una concepción que aportaría mucho a la preocupación ecológica contemporánea", según Piccotti.

 La importancia de reconocer todos y cada uno de nuestras herencias resulta de vital importancia. Ya en su tiempo Raúl Scalabrini Ortiz observó con nitidez la potencialidad de la heterogeneidad constitutiva en nuestra comunidad nacional, razonamiento puede extenderse al universo latinoamericano. El autor advertía que en la amalgama de los aportes humanos que recibió nuestra patria estaba cifrada la esperanza para la Argentina del futuro ya que en las sociedades multígenas "el ser de orígenes plurales, tiene brechas abiertas hacia todos los horizontes de la comprensión tolerante...", y además que "... en cada dirección de la vida, hay un antecedente que le instruye en una benigna coparticipación de sentimientos. Nada de lo humano nos es ajeno" afirmaba.

Hay que comprender que en las sociedades inclusivas como la que hoy compartimos, la identidad nunca es "integralmente definida ni definitiva"; va mutando con el devenir del tiempo mientras se consolida en sus aspectos distintivos. En ese sentido bien vale recordar la enseñanza del pedagogo Gustavo Cirigliano: "toda la historia es nuestra historia aunque a veces queramos quedarnos un una sola parte de ella"; "Somos el conquistador, el esclavo, y el indio, el godo, y el patriota, la pampa privilegiada y el interior relegado, el inmigrante esperanzado y el gaucho condenado".

 La historia es esencialmente una progresión de sucesos y procesos públicos que acontecen en los pueblos. Desde este punto de vista, el devenir histórico es esencialmente un fenómeno social que da cuenta de un pretérito acontecer común que, dada su naturaleza experiencial, mientras cobra significación en el presente, contribuye a cimentar el futuro

El pasado junto a los valores, la lengua, las costumbres, los códigos de conducta compartidos, la memoria de lo ocurrido y vivido, son elementos que se extienden mas allá de la simple manifestación de la voluntad, y presuponen la idea de una especie humana que interactúa necesariamente en forma colectiva.

 Obtener información precisa y veraz sobre lo que fue, nos ayudara no solamente a comprender lo que somos, sino además a proyectarnos sobre lo que seremos en el futuro

Francisco José Pestanha
Periodista. Historiador.