Felipe en el laberinto

¿Por qué se ha metido Felipe González en un berenjenal recordando los tiempos de la "guerra sucia" contra la ETA? Es la pregunta del millón. Todo son conjeturas. Que si lo ha hecho para echar un capote al ascendido Rubalcaba a quien un día sí y al otro también hay quien le recuerda que fue el portavoz del Gobierno en tiempos de los GAL; que si lo ha hecho porque tiene mala conciencia; que si pasa de todo; que si está mayor... En resumen: conjeturas. Es posible que ni él mismo sepa muy bien por qué decidió contarle a Millás lo que hace tanto tiempo pertenecía ya al archivo del olvido. Mi opinión es que habló de lo que habló y dijo lo que dijo impulsado por una mezcla de  dos impulsos: andar sobrado y vanidad. Quiso impresionar a un entrevistador entregado en todo al personaje, menos en capítulo de la  memoria que corresponde a los años ominosos de la "guerra sucia" contra los terroristas de la ETA.

El núcleo de sus palabras -"pude haber mandado volar a la cúpula de ETA y no lo hice, aunque dudo sí hice bien"-, son las palabras de alguien que recuerda que tuvo poder. Mucho poder. Tanto que, incluso, alcanzaba a decidir sobre la vida de las personas. Tengo, para mí, que es en este registro en donde podríamos hallar respuesta para la pregunta que más se ha repetido estos días: ¿Por qué razón se ha metido Felipe, él solito, en este berenjenal? Por vanidad. Vanidad, es la palabra. Que nadie busque un trasfondo táctico o estratégico a sus palabras. Sería una pérdida de tiempo.


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