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No son unas primarias

No son unas primarias

lunes 15 de noviembre de 2010, 03:15h

Por mucho que se emperren los señores Zapatero y Rajoy estas elecciones no son unas primarias españolas. Los electores, que suelen ser más listos que sus dirigentes, votarán el día 28 para elegir a los diputados del Parlament catalán, que a su vez determinarán quién es presidente. La confrontación en clave española queda fuera de juego. A lo sumo, las elecciones pueden servir para medir también el mayor o menos desgaste del Gobierno Zapatero, pero nada más.

El día 28 no se vota ni la política antiterrorista contra ETA, ni si Felipe estaba al tanto de los GAL, ni las relaciones con Marruecos, ni si Rubalcaba adquiere más o menos protagonismo, temas que ocupan las portadas de la prensa madrileña.

Por mucho que hayan aterrizado ZP, Rubalcaba, Blanco, Aguilar, Rajoy, Feijoo Basagoiti y tutti quanti, que nadie saque conclusiones precipitadas. Los líderes de los grandes partidos españoles trasladan estos días a polideportivos y teatros catalanes la dialéctica de la confrontación que uno y otro piensan mantener hasta la primavera de 2012. ¡Vaya desgaste! Colegas madrileños me confiesan que esta campaña catalana es aburrida. Se ve que confrontar programas y no tirarse dardos unos a otros no colma las expectativas depositadas en los comicios catalanes… concebidos como primarias.

¡Pero qué manía con las primarias! Para algunos, se trata de que Cataluña sea el experimento de sus deseos para 2012: una coalición PP-CiU. Quienes apuestan por esta combinación conocen muy poco de la sociología electoral catalana. Sin necesidad de que se les criminalice, el Partido Popular tiene en Cataluña una cuenta pendiente que difícilmente superará mientras desde Génova se aliente durante el resto del año el recelo hacia Cataluña y hacia los nacionalismos. Más allá del exabrupto de Rajoy, este sábado, hablando de que los nacionalismos salen caros (¿¿??), el PP se ha planteado que en esta campaña hay que hacer bondad y enseñar la faz más amable. El techo o el suelo que alcance el PP en estos comicios no tiene porqué ser mimético en las elecciones generales, porque en una y otra elección priman sentimientos y el voto útil. Tampoco son miméticos los resultados que obtienen los socialistas, que siempre han quedado segundos en las ocho elecciones autonómicas celebradas hasta ahora, frente a CiU, que ha quedado primera en todas esas ocasiones. En las elecciones legislativas, en cambio, los papeles se truecan y el PSC ha ganado siempre mientras el PP compite con CiU. Las generales son unas elecciones más propicias para el PP que las autonómicas catalanas.

Diferente sería el panorama si se trata de una comunidad bipartidista imperfecta (hay que contar con IU), tipo las dos Castillas, Extremadura o Valencia. En esas elecciones sí que un cambio de tendencia de voto puede ser un presagio de un voto en el mismo sentido en las generales de aquí a aun año y medio, pero ¿en Cataluña?

No busquemos combinaciones extrañas aquí. Quien quiera jugar a primarias que espere a las municipales y autonómicas de la España del régimen común.

Por cierto, que el PP quede en Cataluña como un apestado y que sea 99 por ciento imposible un gobierno CiU-PP no quita que ante la eventualidad de un gobierno español del PP los nacionalistas catalanes de CiU pudieran contribuir a fortalecer una mayoría parlamentaria a cambio de transferencias y una política responsable y de no agresión al Gobierno de la Generalitat.

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