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Encuestas de andar por casa de la Generación NI-NI

viernes 19 de noviembre de 2010, 08:33h
Una vez a la semana me reúno con un grupo de amigos del colegio, para ponernos al día de nuestros asuntos. Es una tradición que llevamos haciendo desde hace más de diez años, y aunque procedemos todos del mismo colegio, la universidad nos separó según intereses profesionales-personales. A esta última cita acudí con excesiva pero premeditada antelación ya que quería aprovechar para preparar una entrevista que tenía al día siguiente con el líder de Convergencia i Unió: Artur Mas.

Con la única compañía de  una solitario café, comencé a esbozar las preguntas que me surgían, filtrando las que me parecían interesantes, y al poco tiempo ya tenía en mi cuaderno más de 20 cuestiones a plantear. Entonces me hice la primera pregunta de la tarde -en este acaso para consumo personal- ¿Es positivo cuando un candidato te suscita tantas preguntas? que no dudas, no confundir, porque ya les digo yo que hay políticos que no suscitan mucho más interés que un dina cuatro.

Cuando me quise dar cuenta,  mis amigos ya habían llegado. Y en ese momento, con vocación, tanto periodística como sociológica, decidí tender una “trampa” a mis amigables  contertulios, y utilizarlos a modo de pequeña muestra electoral. Para contextualizar a la muestra “elegida”, cabe decir que el grupo lo formaba un grupo de ocho jóvenes de entre 25 y 35 años, con profesiones que van desde ingenieros,  sanidad, mundo de la aviación, transporte y de las arte, vamos; “variadillo”.

Pues bien, al llegar y ojear mis notas, les propuse que cada uno me hiciera una pregunta para el líder convergente. La desaprobación a mi iniciativa fue masiva; a ninguno le parecía una idea interesante el plantear una duda a quién,- según encuestas más fiables pero menos fieles que la mía, será el próximo presidente de la Generalitat. Pues bien empezamos!, desinterés masivo!.  Si el candidato que mejor colocado se encuentra no despierta interés entre jóvenes: formados y  con criterio, pues ustedes me dirán.

Al final a regañadientes pactamos que en lugar de ofrecerme unas preguntas, se las haría yo a ellos. La primera, fácil: ¿quién es Artur Mas? De los ocho que estaban, siete sabían quién era el protagonista de mis notas- primer descartado de la tarde. De esos siete restantes, sólo cinco conocían con exactitud el nombre la formación que lidera el señor Mas. No me pude aguantar la risa cuando los dos eliminados en esta prueba propusieron, haciendo referencia a las siglas -pista que se me escapo- ejemplos tales como que CIU era convergencia independiente unificada o Cataluña independiente universal.

Ya sólo me quedan cinco amigos- en esta prueba, claro. De estos restantes tan solo tres me reconocieron haber escuchado o leído alguna noticia del señor Mas, pero habían sido noticias que hablaban más de descalificaciones entre candidatos que de propuestas de su programa electoral. Entonces decidí hacer la última pregunta: ¿Alguno de vosotros tres me sabría decir una sola de las propuestas del señor Más para acceder a la presidencia?

Y tan sólo uno me supo decir una propuesta, para ser justos en concreto fueron dos: que el señor Mas tiene como objetivo establecer un frente común para exigir el pacto social en Cataluña además- me regalaba otra- de  la decisión de no alargar eternamente el puesto de presidente de la Generalitat.

Aleluya! no estamos solos, no estamos tan mal! -¿recuerdan?  Y para el ganador de mi pequeño estudio doméstico, el único  que entiende– interés ya son palabras mayores- de política, a mi indiscreta pregunta si sabe qué va  votar, con una leve sonrisa  me dice que sí, que  lo tiene claro. En una atrevimiento de ir más allá en mi estudio y amparado por nuestra amistad, entre susurros, le pregunto si me puede decir el destinatario de su voto; a lo que con una sonrisa pícara me responde “por supuesto, a la única alternativa real, a la única que qué representa mi sentimiento con los políticos: voto en blanco”

¿De quién es culpa esta falta de interés? De le emisor o del receptor? ¿Llegan los mensajes?  ¿Dónde se pierden?  Y todo esto me lleva a una pregunta final. ¿Qué los jóvenes no se interesen por al política es tan negativo? El ejemplo que he planteado era de desidia y falta de interés de jóvenes: inteligentes, independientes, que realizan sus declaraciones de hacienda o se desenvuelven con éxito en sus labores profesionales, que saben de casi todo menos de política, es decir; saben sólo de lo que les interesa. Aquí si que tenemos la generación NI- interesa NI- nos importa.




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