El partido republicano, sólo dos días después de las elecciones en que ha perdido diversas posiciones en poblaciones del cinturón de Barcelona y de otras grandes ciudades, no ha podido parar el golpe y se cuestiona su presencia en el tripartito local de Barcelona.
Cuando Carod salió el domingo 27 de mayo a valorar los resultados electorales lució una sonrisa forzada y repitió una y otra vez que el partido había conseguido buena parte de los resultados previstos al aumentar en 300 sus concejales. A su lado, el jefe de filas municipal de Barcelona, Jordi Portabella, estaba serio.
Justo al iniciarse las negociaciones para formar el nuevo gobierno de Barcelona se ha sabido que Portabella plantea salir del gobierno. La duda está en saber si el anuncio es una opción táctica para vender más caros los cuatro votos republicanos o si tiene más calado.
En las filas de ERC hay nerviosismo porque detrás del anuncio de Portabella lo que se vislumbra es una crítica de fondo a la formación del tripartito. Para estos sectores la operación no ha sido provechosa para ERC. Esto chocaría con la valoración oficial de Carod y la dirección que, Portabella ha dicho, “comprenden” su decisión. En otras localidades se producen movimientos parecidos. En Berga ha dimitido el candidato a alcalde, por ejemplo.
Dejar el flanco del nacionalismo y el izquierdismo más radicales descubierto ha sido aprovechado por las CUP que han conseguido unos veinte concejales en poblaciones como Mataró, con más de 100.000 habitantes, Manresa, mas de 50.000 o Vic, más de 40.000. Hay pues, mar de fondo.