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Iglesia, medios y Gobierno

Iglesia, medios y Gobierno

jueves 25 de noviembre de 2010, 06:11h
El Gobierno, a través de acciones y decisiones propias, está inventado sus propios fantasmas. Como todos saben, los fantasmas no existen, pero si alguien los inventa y les da un lugar es porque los necesita para justificar y explicar algunos hechos que por la vía del razonamiento y del diálogo no podría.

Los fantasmas que inventa el Gobierno son adversarios políticos que le den algún tipo de batalla en el presente o en las próximas competencias electorales. Elección de magistrados para el Órgano Judicial, referendos revocatorios de autoridades electas o referendos aprobatorios de normas y elecciones generales.

En las actuales circunstancias, la oposición política partidaria no ha logrado superar la fragmentación y la ausencia de consensos en torno a respuestas y acciones comunes. Es básicamente emocional y reactiva. Algunos representantes intentan fiscalizar a la actual administración con poco éxito en una Asamblea con mayoría política amedrentada y subordinada a las directrices gubernamentales. La oposición territorial, en los gobiernos municipales o asambleas departamentales, es inexistente y se halla enfrascada en sus propios problemas administrativos que les inhibe la posibilidad de participar en el debate nacional.

Ciertos liderazgos ciudadanos, que deberían levantar la voz y desarrollar juicios críticos, guardan hoy un ominoso silencio. Callan, quizá justificadamente, porque tienen en puertas sus propios problemas: demandas judiciales o amenazas de juicios y cárcel. Otras ex autoridades gubernamentales de anteriores gobiernos, al actual tiempo medieval, exhiben su ocaso y curan sus cicatrices en lóbregas prisiones.

En consecuencia, en el desolado palenque, el gladiador acostumbrado a fieras batallas exige combate y nadie sale a enfrentarlo. Entonces inventa adversarios, inventa sus propios antagonistas para debatir, discrepar y combatir. Los provoca y quiere llevarlos al ruedo. Para un guerrero, la vida sin adversarios ni batallas que librar no es vida.

Los romanos llamaban al tiempo de paz el otium, el tiempo del ocio, y el de la guerra, el nego otium. El tiempo de los negocios. Los guerreros detestan el otium (ocio) porque justifican su existencia por el fragor de las espadas y el rechinar de dientes.

El Gobierno quiere debatir con la Iglesia Católica como se polemiza con un partido político y está empujando a las organizaciones de los medios de comunicación a responder la burlona propaganda gubernamental. La más venial de las injurias contra la Iglesia fue llamarla antidemocrática, la más osada es acusarlos de falsos sacerdotes. El propósito en ambos casos, de tanta ofensa, es dividir la unidad natural de dichas organizaciones en torno a sus guías o alrededor de sus opiniones. Entonces, el éxito gubernamental de inventar fantasmas y adversarios políticos radica en hacer perder la paciencia, la prudencia y el equilibrio de sus dirigentes.

Una vieja estrategia de los guerreros de innumerables batallas es dividir para vencer y el sabio consejo de un padre de la Iglesia es afirmar que el trono se conquista en las acciones del día a día. En el lenguaje contemporáneo, diríamos que la legitimidad de los gobernantes es algo que se construye todos los días y que se puede perder irremediablemente producto de equivocadas decisiones. Inventar fantasmas es una de ellas, pueden volverse contra sus demiurgos.

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Politólogo y catedrático



Carlos Cordero Carrafa
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