La despolitización de las políticas de cooperación

Cuando los medios de comunicación se hacen eco de las terribles desgracias que algunos países sufren, inmediatamente la conciencia ciudadana se despierta y hay un aluvión de ayudas y donaciones para que las ONGs puedan de alguna forma paliar los problemas que al Gobierno de turno le resulta imposible.

Lo que le está ocurriendo a Haití es quizá el mayor cúmulo de desgracias que le puede ocurrir a un país, pues a su congénita pobreza, se le ha unido la devastación producida por un terremoto y la actual epidemia de cólera, que aunque parezca mentira, en pleno siglo XXI ya se ha cobrado, por falta de asistencia sanitaria, más de 1200 vidas.

El tema de Haití ha demostrado lo crispada que llega a estar la situación política en la Comunidad Valenciana y, por qué no decirlo, la podredumbre que reflejan algunas actuaciones, como por ejemplo, el intentar desprestigiar y poner en duda la intencionalidad y la bondad de un proyecto como el desarrollado desde la Conselleria de Solidaridad y Ciudadanía de la Generalitat Valenciana para construir en Haití, y en particular en una de las zonas más pobres de ese país, un hospital.

Por encima de cualquier otro tipo de información o juicio de valor, los hechos afortunadamente siempre vienen a poner a cada uno en su lugar y aunque en la política es el sector en el que más difícilmente se reconoce haber cometido algún error, estoy seguro que los hechos ayudarán al reconocimiento de lo que representa para el pueblo haitiano el poder disponer de un hospital, gracias a la colaboración de la sociedad civil y Gobierno de la Comunidad Valenciana.

También hay que tener presente que la Comunidad Valenciana ha sido la única comunidad española a la que se le ha aprobado un proyecto de cooperación en Haití.

También es importante señalar que la Comunidad Valenciana tiene una cooperación cum laude, como demuestra que en los tres últimos años se han llevado a cabo más de 900 proyectos en 43 países.

Al margen de ideologías políticas, las grandes entidades como Cruz Roja, UNICEF, la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina  (UNRWA), la Agencia de la ONU para los Refugiados Comité Español (ACNUR), Save the Children y la Fundación Vicente Ferrer- defienden el modelo valenciano de cooperación al desarrollo, lo que demuestra que las cosas se están haciendo bien. Además, las dos grandes plataformas de cooperación, la Coordinadora Valenciana de ONGD y la Federación de Asociaciones por el Codesarrollo (FEDACOD) y todas las Universidades de la Comunidad han mostrado públicamente su apoyo a las políticas de cooperación.

Algunos responsables políticos y responsables de ONGs deberían tomar buena nota de todo lo anterior, pues la inmensa mayoría de los agentes sociales que trabajan en cooperación no respaldarían un proyecto como el de la Conselleria de Solidaridad y Ciudadanía del Gobierno valenciano, si no lo consideraran útil y descontaminado de cualquier cuestión política.

Aunque los humanos somos los únicos animales que cometemos dos veces el mismo error, sería muy interesante que todos aquellos agentes que tienen algún tipo de responsabilidad en las políticas de cooperación, se dieran cuenta que en este campo lo importante es anteponer la ética y la transparencia a cualquier tipo de estrategia o interferencia partidista, por muchos réditos políticos que piensen que les puedan aportar y que lo realmente importante es que los hombre, mujeres y, sobre todo, niños, puedan, gracias a las ayudas externas, mejorar sus condiciones de vida.


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