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El ejemplo ante todo

El ejemplo ante todo

lunes 29 de noviembre de 2010, 16:53h
Es inspirador observar a un líder motivar a quienes le siguen, aumentándoles con su sabiduría. Es mucho más inspirador, observar a un líder aplicar su sabiduría en alguna situación de su vida personal.

Pero, ¿qué sucede cuando el líder no aplica su sabiduría en situaciones propias? Con frecuencia, es criticado y va perdiendo credibilidad. ¡No tiene por qué dejar de ser inspirador! Porque sus sabias palabras pueden aliviarte, pueden ayudarte a lograr tus objetivos. Tu evolución y aprendizaje son independientes a los de él, por tanto, si quien te dirige palabras de sabiduría no predica con el ejemplo, no significa que no puedas tomar dichas palabras en tu beneficio.

Es frecuente encontrar estas situaciones en el círculo familiar, en el trabajo, en la iglesia, en la universidad, en la escuela o en cualquier situación en la que haya alguien a cargo de otras personas, o también entre amigos, cuando alguien trata de sugerirle a otro algo para solventar un asunto.

Ante todo, predicar con el ejemplo, es una muestra máxima de sabiduría, es un estado de perfecto equilibrio entre mente, cuerpo y alma. Independientemente si los demás lo hacen o no, si tu jefe lo hace o no, si tu profesor, tu padre, el sacerdote o si tus amigos lo hacen o no, escúchalos y escucha el llamado desde tu interior para que confíes en el sentido real del mensaje y actúes en grande.

Cuando establecemos un programa de desarrollo personal profesional que además incluya a su institución tenemos que comenzar a trabajar con nosotros mismos. Para poder corregir o modificar pautas culturales de comportamiento, respuesta, relación, actividad y tantos otros aspectos, la clave es predicar con el ejemplo. Este es el modo directo de influenciar a las personas sobre lo que decimos que hay que realizar. Cuando cumplimos un horario; establecemos metas, las difundimos y las cumplimos; y fundamentalmente transmitimos nuestros pareceres claramente. Transformando el famoso "haz lo que digo, no lo que hago" en un profundo "haz lo que digo y hago". Considerando al otro como un yo igual al mío que tiene las mismas necesidades, preocupaciones, sentimientos, sensaciones y otros aspectos. Si esto ocurre seremos entonces más creíbles, confiables y respetables personal y profesionalmente. En definitiva tenemos una sola vida y esta debería ser una de nuestras prioridades, ser alguien en quién la gente confíe por lo que hacemos.

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