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Otegi o la indignidad

viernes 10 de diciembre de 2010, 07:30h
    La Audiencia Nacional ha absuelto a Arnaldo Otegi del delito de enaltecimiento del terrorismo al no encontrar pruebas suficientes de que este pájaro de mal agüero, que seguirá en prisión por otras causas que se instruyen en la Audiencia Nacional, fuera responsable de la exhibición de imágenes y del reparto de propaganda pro-etarra en un acto celebrado en el velódromo de San Sebastián. Vamos, que Arnaldo Otegi, como si fuese un angelito, acudió al aquelarre terrorista por equivocación, pensando que era una reunión de la comunidad de vecinos, o de antiguos alumnos del colegio, o de viejos compañeros de la 'mili'.

     Como la presunción de inocencia es un derecho de todos los ciudadanos, incluso de quienes no creen en ese derecho y sí en el hacha, la serpiente y el tiro en la nuca, no vamos a entrar en el debate técnico de la decisión del tribunal. Pero nos llama la atención, como se la llama a la Asociación de Víctimas del Terrorismo, que a un personaje tan evidentemente vinculado a ETA como es Arnaldo Otegi, se le beneficie ahora con una absolución que  -insistimos-  jurídicamente puede ser correcta, pero que socialmente es escandalosa puesto que para saber de la calaña de este personaje no hace falta hacer oposiciones a juez sino salir a la calle y analizar el currículum de este tipejo siniestro: un zascandil macabro que siempre ha jugado con la ley en beneficio propio, que se ha enmarañado en mil argucias para intentar colar gato asesino por liebre democrática desde la ilegalizada Batasuna, y que dijo del Rey Don Juan Carlos que era “el jefe de los torturadores”.

     Sus señorías tienen dudas, y así lo dejan escrito en la sentencia, de que el tal Arnaldo Otegi haya acudido al velódromo de Anoeta  siendo consciente de que allí se celebraba un acto de exaltación del terrorismo. Bueno, pues una mayoría de los españoles no tenemos esas dudas, y nos sumamos a quienes han pedido que la sentencia de la Audiencia Nacional sea recurrida. Una cosa es respetar las decisiones de la Justicia y otra muy distinta es ser tontos voluntariamente. Si alguien cree, desde cualquier Poder del Estado, que con esta actitud blanda y comprensiva hacia los etarras o sus colaboradores van a lograr el fin de la violencia, se equivocan. Quienes no se equivocan son las víctimas del terrorismo, o la fiscal (que pidió 18 de cárcel) o los informes de la Guardia Civil, redactados por agentes expertos que fueron testigos de los hechos, y a los que la Audiencia Nacional ha criticado con dureza.

    Y reiteramos una última consideración muy repetida: o todos vamos unidos contra el entramado etarra, o quienes “se la cogen con papel de fumar” sólo ponen palos en las ruedas que nos conducen, tan trabajosa como inexorablemente, a la libertad. Y ojalá que esa libertad se logre cuanto antes.



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