www.diariocritico.com
El imprevisible futuro de Obama

El imprevisible futuro de Obama

martes 14 de diciembre de 2010, 02:39h

Desde las elecciones del pasado mes de noviembre, el presidente Obama no ha hecho más que recibir malas noticias, convertirse en blanco de críticas de sus amigos y acumular más enemigos, además de sufrir una constante pérdida de popularidad, hasta el punto de que han empezado las dudas en cuanto a su capacidad de ser reelegido dentro de dos años.

 La estrella de Obama ha perdido brillo pero hay que preguntarse si las derrotas del momento son tan reales o si realmente presagian el fin de su carrera política: ¿seguirá los pasos de Bill Clinton o de Jimmy Carter?

Ambos ex presidentes eran gobernadores del Sur, que saltaron a la política nacional de manera inesperada, pero sus rumbos no pudieron ser más diferentes: si Carter tuvo que dejar la Casa Blanca al cabo de cuatro años, convertido en el hazmerreir de su partido, Clinton superó el enjuiciamiento y la pérdida de las mayorías demócratas, consiguió ser reelegido y se retiró con una aureola de popularidad que aún le acompaña.

No hay duda de que Obama quiere por modelo a Clinton, al que incluso llamó a pedir consejo y ayuda, en una sesión que dejó atónito al país: imagínense ustedes que Zapatero invita a Felipe González a la Moncloa y le cede el lugar para informar al país de sus planes. Es exactamente lo que hizo Obama hace pocos días, cuando después de reunirse con Clinton, lo llevó a la sala de prensa, lo acompañó durante unos minutos en la conversación con los periodistas y con un "mi mujer me está esperando" lo dejó para que continuara una conferencia televisada en directo de más de media hora.

Obama recurrió a Clinton en la busca de refuerzos: el ex presidente es un maestro de las comunicaciones, a diferencia del actual ocupante de la Casa Blanca quien ha cometido recientemente algunos graves errores tácticos, impensables en su predecesor. La rueda de prensa en que anunció los acuerdos fiscales con los republicanos, fue una muestra de torpeza política: criticó a su base política, atacó a los republicanos con los que se ve obligado a trabajar y además dijo al país que no le parecía bien lo que acababa de firmar.

Desde las elecciones de noviembre, Obama ha perdido el apoyo legislativo en el Congreso, ha tenido que negociar un acuerdo fiscal con la nueva mayoría republicana que ha indignado a sus seguidores más fieles, ha visto fracasar su propuesta de permitir que los homosexuales sirvan abiertamente en las Fuerzas Armadas, ha perdido la batalla legal para cerrar Guantánamo y un tribunal ha declarado anticonstitucional la reforma sanitaria en que tanto capital invirtió en sus dos primeros años de mandato.

El 2011 no se presenta mejor: si la perspectiva de mayoría republicana fue suficiente para obligarle a ceder en cuestiones tan básicas como los impuestos, hay que imaginarse que los próximos dos años serán mucho más duros y que ni él ni el Partido Demócrata podrán colocar muchas de sus propuestas. Esta perspectiva, sumada a una erosión de apoyo popular, que ahora está por debajo del 45%, presenta la imagen de un Obama derrotado y con pocas perspectivas de ser reelegido o de gobernar de manera eficaz en los próximos dos años.

Pero ¿ha de ser así necesariamente? Los intentos republicanos de deshacer las leyes de los últimos dos años se pueden volver en contra de ellos y la economía es un arma de dos filos mucho más aguda para los republicanos que para el presidente: los votos de castigo de noviembre eran también una esperanza de que los republicanos lo hagan mejor, pero si efectivamente la economía progresa, el primer beneficiario no será el Congreso sino el presidente y, si el desempleo y la atonía continúan, Obama y su partido no perderán ocasión de culpar a sus rivales políticos.

Sus argumentos son fáciles de vender: en tiempos de dificultades, no cuesta mucho azuzar la envidia contra los ricos por no pagar bastantes impuestos, o espantar al país por la deuda pública o lamentar la difícil situación de los desempleados o de quienes no tienen seguro médico. Todo ello, dirá Obama, por culpa de las teorías económicas republicanas.

Obama, que atrajo a independientes y demócratas moderados cuando se vendió como candidato de centro, se vio impulsado hacia la izquierda por los resultados del 2008, que dio amplias mayorías a su partido en las dos cámaras. El país demostró en noviembre que este giro a la izquierda no le gustaba y ahora, con mayoría republicana en la Cámara y los demócratas disminuidos en el Senado, puede abandonar a sus compañeros más progresistas y gobernar desde el centro donde están los votos para la reelección. Si sabe mantener el equilibrio en esta cuerda floja, las ideas que se acarician en el Partido del Te, tales como una austeridad inmediata, o eliminar el Departamento de Educación, o incluso el Banco Central, pueden convertirse en un boomerang que garantice la reelección de Obama. Tal vez no permita a los demócratas recuperar sus mayorías, pero esto sería un problemas para los congresistas y una ayuda para el presidente, que podría seguir gobernando a gusto del centro.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios