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¿Adelantar las elecciones? Ni locos

miércoles 06 de junio de 2007, 09:30h
Es de suponer la desazón de Zapatero al leer estos días los titulares de la prensa, al escuchar las tertulias radiofónicas a las que tan aficionado es, parece. Los medios hostiles se ceban en él, casi como si el culpable de haber roto la tregua de ETA fuese el presidente, y no ETA. Hay que reconocer que Mariano Rajoy ha actuado, sí, con responsabilidad, aunque no todos en el PP hayan hecho lo mismo. Y, desde luego, ZP ha fallado de nuevo en comunicación, y solamente a él, y no a sus asesores directos, hay que achacarle el fallo.

Resulta increíble, por ejemplo, que el martes suspendiese a última hora una anunciada comparecencia en TVE 1, cuando todo el mundo estaba acongojado ante la noticia del fin de la tregua de ETA. ¿De verdad se suspendió esta aparición porque Gabilondo reclamaba ‘su’ exclusiva para la Cuatro, y amenazaba con pasar a la oposición mediática? Cuesta creer esa versión, y yo la pongo entre paréntesis, sobre todo por venir de los micrófonos nerviosos y sistemáticamente hostiles de los que viene esta especie.

Pero también es verdad que ni se ha explicado bien esa suspensión, ni se había acertado –ahora parece que se rectifica—al mantener casi como oculto al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Hay mucho que explicar, aunque el ministro no lo haya hecho en sus últimas apariciones en los medios, pero Rubalcaba conserva algo de credibilidad. Lo peor de todo es que el mismísimo Zapatero, almorzando con una treintena de periodistas, dijo que no se había contactado con ETA, y los testimonios y evidencias en contra son muy abundantes. Resulta tremendo, en este sentido, que debamos creer más a una periodista especializada en seguir los sucesos en el País Vasco que al jefe del Gobierno.

Así están, empero, las cosas. Algunos comentaristas y representantes de la oposición le dicen a Zapatero que disuelva ya las cámaras y anticipe las elecciones, a la vista de la ruptura de la tregua de ETA. Enorme dislate. A ver si va a resultar que la banda asesina es la que tiene la sartén por el mango para decidir cuándo hay que convocar elecciones y hasta quién será el próximo inquilino de La Moncloa. Una barbaridad, que confiamos que Zapatero no cometa.

Entre otras razones, porque el presidente tiene que terminar de solucionar las cosas, rectificar donde haya que hacerlo –no en la negociación, sino, entiendo, en la blandura y ambigüedad de su política al respecto--, informar bien a la ciudadanía, sin que nos dé la sensación de que nos miente, convencer a Mariano Rajoy de que hay que formar un solo frente contra el terror. Y también Rajoy debe tomar nota –parece que la está tomando, hay que decirlo—de que la situación requiere arrimar el hombro; acaso bastante vayan a castigar las urnas a Zapatero, cuando toque, por sus equivocaciones tremendas, por ejemplo en el ‘caso De Juana Chaos’, y también por los riesgos que, no sin valor, ha asumido.

Porque la ciudadanía demanda, exige, un acuerdo contra estos asesinos salvajes enloquecidos, que matan, secuestran, chantajean y, encima, se pavonean de demócratas. Acabemos con ellos de una vez, todos, con sensatez, con inteligencia. Dejémonos de palabras altisonantes, de juegos gratuítos –pedir que el presidente dimita es el más peligroso de esos juegos; ETA, repetimos, no puede hacer que un dirigente político dimita o quede potenciado—y al tajo, que es unirnos todos sin discriminarnos unos a otros porque pensemos de manera diferente acerca de cómo combatir el horror, la pesadilla. Todos los métodos valen contra esta mafia horrible.
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