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Alimentos: el detonante político

Alimentos: el detonante político

jueves 17 de febrero de 2011, 16:23h

El precio de los alimentos jugó un lugar relevante en la caída de la primera ficha de dominó del Medio Oriente, Túnez, y fue uno de los detonantes en el caso de Egipto. El mismo no sólo constituye un factor altamente combustible en medio de la tensa situación de esa región, sino que se convierte en la correa de transmisión que podría llevar a otros lugares del mundo la inestabilidad que hoy caracteriza a aquella. Durante el alza de los precios de los alimentos en 2007-2008 se produjeron revueltas en 43 países. No obstante, de acuerdo al índice de variaciones de precio de los alimentos, llevado por la FAO, éstos alcanzaron en enero de este año los 231 puntos. Es decir, por encima del pico histórico de 224 puntos experimentado en junio de 2008.

Usualmente las espirales en los precios provienen de dos elementos: disminución de la oferta y especulación. Ambos se encuentran presentes en la crisis actual. La especulación resulta consustancial al sistema económico y, por tanto, más obvia. Los mercados a futuro juegan aquí un papel preponderante. Sin embargo, es en la escasez de la oferta donde encontramos cuatro factores básicos que merecen ser destacados. El primero depende de la naturaleza, aunque es de hechura humana: el cambio climático. El segundo es resultante del alza en los patrones de vida de amplios sectores poblacionales en los países en desarrollo. El tercero proviene del accionar político destinado a hacer frente a la escasez. El cuarto deriva del desvío de tierras para fines distintos a los de la producción de alimentos.

Inundaciones o sequías de proporciones bíblicas en Australia, Rusia o China, fuertes lluvias en Canadá, temperaturas gélidas en Florida o inundaciones en el Medio Oeste norteamericano, por citar sólo algunos de los eventos en meses recientes, dan buena muestra del cambio climático en marcha. Se trata de una realidad asociada a la concentración de gases de efecto invernadero, que llegó para quedarse. Lejos de resultar cíclica, la escasez de alimentos derivada del calentamiento global asume carácter estructural. El aumento en los niveles de vida en poblaciones hasta ahora marginadas, en países como China, India o Brasil, introduce una gigantesca demanda agregada adicional para los productos agrícolas. A la vez, desvía importantes recursos agrícolas para la alimentación de animales, los cuales han pasado a ser parte de sus nuevos hábitos alimenticios.

El accionar político asociado a la escasez de alimentos genera efectos desestabilizadores por dos vías: prohibiciones de exportación por parte de importantes proveedores o eliminación de tarifas de importación por parte de consumidores ricos. Las dos conducen a una menor disponibilidad alimentaria para los países de menores recursos. El desvío de tierras dedicadas a la alimentación para dedicarlas a la producción de biocombustibles, tiene también su origen en decisiones políticas. Aunque su irracionalidad se expresa a todo nivel, hay uno particularmente preocupante: alimenta vehículos a costa de no alimentar a seres humanos. Por lo demás, la ganancia ecológica que se le atribuye se pierde con creces por la deforestación que propicia.

El precio de los alimentos ocupa lugar preponderante en la agenda de los grandes temas del siglo XXI.

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