jueves 24 de febrero de 2011, 23:11h
La picaresca siempre ha sido una de las grandes marcas de nosotros los españoles y, más concretamente, de los castellanos y leoneses. Desde 'El Lazarillo de Tormes' hasta 'La Pícara Justina', pasando por 'Fray Gerundio de Campazas', aquí hemos sido siempre maestros en burlar la verdad. Es el caso que le ocupa a 'El Topillo' hoy, quien rebuscando en las despensas de nuestros restaurantes se ha encontrado con lo siguiente: que allí donde almuercen o cenen los altos cargos de la Junta se les sirvan menús que no pasen de 40 euros. Si excediera de esa cantidad el restaurante debe distribuir el precio en otro menú. Y en la factura no deben constar los platos degustados, o sea, la comanda. De esta forma nadie se enterará ni qué se come ni qué se bebe. Por supuesto, esta brillante normativa ha llegado sólo a algunos restaurantes.
Con lo que le costaba a Lázaro de Tormes engañar al ciego para trasegarle un poco de vino, ya ven que fácil es en la Castilla y León actual confundir al personal. El fenómeno que ha ideado esta argucia se merece la medalla de oro contra la crisis. ¿Conocerá Juan Vicente Herrera esta genialidad para incorporarla a los Premios Castilla y León?
En fin, como dice el quevediano 'Buscón Don Pablos', que también fue ‘ciudadano’ en nuestra tierra, de Segovia por más señas: “Hay que abrir el ojo, que asan carne”. En realidad El Buscón sería el único que entendiera la treta que hoy trae' El Topillo' a colación, ya que era un virguero en el arte de comer: se llenaba de migas para que vieran que había comido. Ahora es igual, pero al revés.