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Una amenaza intolerable

miércoles 09 de marzo de 2011, 07:45h
Por muy constitucional que sea el derecho a la huelga (que lo es), la amenaza de los trabajadores de AENA para las fechas claves del turismo en la Semana Santa y en las vacaciones estivales es impresentable. Se trata de 10.500 trabajadores de los aeropuertos españoles que, hasta ahora, son empleados públicos y que, con la reforma que plantea el Gobierno, perderán su condición de tales. No su puesto de trabajo sino una situación laboral muy cercana a la de los funcionarios.

    Pero ni siquiera vamos a entrar en esos detalles, en un país con casi cinco millones de parados. Vamos a mirar el problema desde otra óptica: desde el daño que se le puede hacer al turismo, que es una de las fuentes de ingresos en un país empobrecido. ¿Se van a permitir estos señores de AENA el lujo de poner dificultades o impedir que millones de turistas de todo el mundo sigan llegando a España, gastando su dinero en hoteles, restaurantes, tiendas, gasolineras, medios de transporte, etcétera?. Tal parece que España tiene el enemigo en casa, y esperemos que el preaviso de huelga presentado ayer por Comisiones Obreras, UGT y USO sea un brindis al sol, y quede en nada. ¿O es que estos señores quieren mandar a decenas de miles de compatriotas al paro, y a miles de empresarios a la ruina? Si no son los pilotos, son los controladores, y si no son los controladores es el personal de AENA.  Por favor, que parece que  el sector de la navegación aérea en España está envenenado entre la demagogia y los privilegios.

     Tampoco el Gobierno puede mirar hacia otro lado, porque los trabajadores de AENA están llamando a su puerta. Y es probable que haya aspectos en que tengan la razón esos trabajadores, y hay que dialogar y hay que ceder. Porque es también impresentable que el Gobierno permanezca inmóvil ahora, cuando hay tiempo para buscar una solución, y después, en pleno caos, con los aeropuertos sin servicio, con el turismo en fuga hacia otros destinos, ceda, se baje los pantalones y trague el anzuelo del chantaje a la fuerza y a ciegas.

    Somos el hazmerreir de nuestros socios comunitarios. Con la tasa de paro más alta de Europa, personas que tienen trabajo  -y trabajo seguro-  andan entre la “cacerolada” y el chantaje. Y el ministro de Fomento, José Blanco, como Don Tancredo o como un zombi, son tomar las riendas del asunto. En la calle el cabreo es monumental, porque así no vamos a ninguna parte salvo a cargarnos la escasa riqueza que queda en en el país… Los controladores, a la huelga. Los sindicatos, cobrando subvenciones. Y el Gobierno, en Babia. Y la oposición frotándose las manos porque ”cuanto peor, mejor” para sus intereses electorales. Y millones  de españoles en la cola del paro o en la de los comedores de “Cáritas”. Definitivamente, este país necesita un psiquiatra.


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