La lista tóxica del paro

Ya hay en España casi cinco millones de trabajadores sin empleo y casi un cuatro por ciento de inflación, con la dolorosa particularidad de que el "casi" no disminuye la magnitud del desastre, sino que, por lo que anuncia, la acrecenta. Esa descomunal lista de cinco millones de nombres, que se corresponden con cinco millones de dramas personales, o con cuatro, si descontamos a los sempiternos parados profesionales y a los que sobreviven trampeando en la economía sumergida, es, esa sí, una lista contaminada, pero no, como se dice de las de Bildu, por el entreveramiento en ellas de batasunos emboscados, sino por quienes con su impericia y su falta de sensibilidad social y de talento político, han contribuido tanto a fabricarla, esto es, los políticos que desde los inicios de la Transición, y no digamos los de antes (aunque los del franquismo no eran exactamente políticos, sino sicarios) han sido incapaces de crear en España el tejido productivo necesario para satisfacer el derecho de los españoles a un puesto digno de trabajo. Con el quimérico sector del ladrillo ya se ha visto lo que ha pasado, y el turismo, la otra pierna ortopédica de nuestra cojera, no basta por sí solo para alejar estructuralmente a un país del subdesarrollo: los niños de Marbella, uno de nuestros más privilegiados enclaves turísticos, siguen sin disponer de plazas escolares suficientes, y muchos de ellos habrán de estudiar, también el próximo curso, en improvisados barracones.    Lo de la inflación, consecuencia así mismo de la misma ligereza política, pertenece más al género del camelo: resulta que cuando hace un año, en lo más agudo de la crisis económica, se produjo lo contrario, la deflación, o sea, la insólita bajada de los precios, esos políticos inanes se echaron las manos a la cabeza porque, por lo visto, era una monstruosidad que a los pobres les costaran un poco menos las cosas, y se pusieron manos a la obra para conseguir que los precios de todo, particularmente de los básico e indispensable (la luz, la leche, el transporte...) volvieran a subir. Lo han logrado, y ahora al que no tiene (¿cinco millones?, ¿cuatro?) le cuesta todo mucho más, siendo, en cualquier caso, muchos más los que no tienen. Lea también: La tasa de paro más alta desde 1997: el 21,29%La EPA nos deja a punto de alcanzar la fatídica cifra de los 5 millones