Este jueves 26 de julio no pudo ser: el diputado del Partido Popular Gabriel Cisneros fue uno de los que faltaron al último Pleno del periodo de sesión. Y mira que, pundonoroso, había estado presente hasta el último momento, con los rasgos de un terrible deterioro físico impresionándonos cada día mas, en tantas citas políticas como tenía planteadas... Era diputado desde las Cortes Constituyentes, acaban de cumplirse ahora 30 años.
Antes de eso, una muy larga trayectoria política durante el periodo franquista. Se puede decir sin exageración que fue uno de los hombres clave para ese acuerdo entre ‘azules’ y comunistas, pasando, claro, por democristianos y socialista, que posibilitó un tránsito dulce hacia la democracia, cuando todo hacía presagiar importantes tormentas de ruptura.
Solo por esto, por haber predicado el abandono de cualquier línea intransigente de dureza y de fidelidad a unos principios del Movimiento que ya se derrumbaban de cualquier manera, ‘Gabi’ Cisneros merece reconocimiento. Su talante flexible y amable también facilitó no poco el entendimiento entre los ‘padres’ de la Constitución que hizo posible que nuestra Carta Magna quedase aprobada en 1978.
Luego, todo lo demás: su presencia en el escaño, su trabajo en comisión y en su partido, sus libros, su ejemplo de educación y concordia. Pero faltó el último día del pleno de sesiones. Tenía una cita inexcusable. Ya la veníamos barruntando, desgraciadamente, desde hacía algún tiempo. La última vez que le ví , durante el debate sobre el Estado de la Nación, iba ya en silla de ruedas, era casi un esqueleto, pero allí estaba.