Corrían los tiempos en que las dictaduras mantenían bajo puño de plomo a la mayor parte del continente, con el militante respaldo de EEUU que ejecutaba su doctrina de “seguridad nacional” por medio de sus agentes nativos. Los generales Garrastazu Medici, Banzer, Lanusse encabezaban regímenes policiaco-ultrarrepresivos. En la Argentina, adonde habíamos sido expulsados millares de estudiantes bolivianos por el cierre de las universidades, se vislumbraban cambios importantes ante un repliegue táctico de los militares y lo que vendría a ser un paréntesis democrático tumultuoso.
En esas condiciones, algunos de los bolivianos que podíamos batirnos en excelentes condiciones con 40 ó 50 dólares mensuales, gracias a una majestuosa y persistente inflación, conocimos gracias a las páginas de Hortensia, la revista cómica cordobesa, las aventuras de un híbrido entre agente secreto y mercenario, alto, choco y pecoso, indisputablemente gringo: Boogie el aceitoso. El personaje, que en su primera aparición informa a la flaca que lo acompaña en la cama que el frío que ella siente en los pies no es el de los pies de Boogie, sino de su pistola, que más tarde usará en un “remate” (no una operación comercial, si no la finiquitación de alguien que dejó herido), nacía del pincel y el ingenio de Roberto Fontanarrosa, el “Negro”, muerto a sus 62 años el 19 de julio pasado.
El “Negro” dibujó tiras cómicas, escribió novelas y crónicas futboleras, enseñándonos a reír inclusive en medio de las más trágicas y desastrosas circunstancias, aludiendo permanentemente a la política; aunque sin ocuparse central ni frontalmente de ella. Después de Boogie, apareció el gaucho Inodoro Pereira, que desgrana una filosofía a lo Martín Fierro, en inolvidables y desopilantes conversaciones con su compadre Mendieta, un humano encerrado en el cuerpo de un pequeño perro que puede hablar. Aquí, algunos de sus comentarios, que también aluden a su esposa (de Inodoro, no del perro), la Eulogia:
“Vago no, quizá algo tímido para el esjuerzo”.
“Estoy comprometido con mi tierra, casado con sus problemas y divorciado de sus riquezas”.
“—¿No andará mal de la vista, don Inodoro?
—Puede ser. Hace como tres meses que no veo un peso”.
“La historia lo juzgará. Pero tiene el mejor de los abogados: el olvido”.
“Usté no está gorda, Eulogia. Es un bastión contra la anorexia apátrida”.
“¿Puede una persona disaparecer de a pedazos? Porque a la Eulogia le desapareció la cintura”.
“—Estuvo divertido el pesebre viviente este año, Mendieta.
—Bien la vaca. Algo sobreactuado el burro”.
“La muerte nivela a güenos y malos, don Inodoro. Lo malo es que nivela pa’ bajo”.
Federico Kotlar nos cuenta: “Fontanarrosa escribió tres novelas. La primera, Best Seller, tenía como protagonista a un mercenario con ese nombre que vivía extrañas aventuras (...). En la segunda, El área 18, Seller participa en un partido de fútbol demencial que se juega, literalmente, en un volcán” entre mercenarios de distintas nacionalidades. Su obra llegó al teatro y también fue musicalizada a través de los guiones que tramó junto con Les Luthiers. En el III Congreso de la Lengua española, realizado en 2004, Roberto Fontanarrosa preguntaba en una mesa redonda, dedicada a las “malas palabras”: “¿Por qué son malas palabras? ¿Le pegan a las otras? ¿Son de mala calidad? Y, cuando uno las pronuncia, ¿se deteriora?”.
El humor del “Negro” Fontanarrosa fue un compañero indispensable para vivir, enfrentar y superar la era de los genocidios, las desapariciones y el miedo. Su mensaje universal ha llegado muy lejos. No tengo una idea clara de cuantos lo conocimos y seguimos aquí en Bolivia; quizá muchos más de los que imagino. Lo que tengo muy claro es que su muerte comparte para mí algo a la de Marcelo, Pocho, José Francisco, Gabriel, y si no es exactamente ese terrible, opresivo e incesante sentimiento de vacío, es la certeza de haber perdido algo mío, que extrañaré con intensidad en estos tiempos constituyentes en los que ocurre lo imposible y siempre puede pasar lo inesperado, que son parte de los códigos que nos enseñó el “Negro”.
*Analista político y catedrático
hebdicom@gmail.com