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El cascabel al gato

El cascabel al gato

lunes 27 de agosto de 2007, 03:24h
De la sorpresa al alarmismo y luego al aturdimiento, para acabar en una comisión de nombre muy largo y de misión tan amplia como imprecisa. Así podrían caracterizarse los efectos que provocó la idea de Monseñor Goic de establecer un salario ético, que sirva de referencia para fijar las remuneraciones de los trabajadores.

La sugerencia del prelado se instaló en la agenda nacional sin que nadie atinara a contener su ímpetu ni a darle algún rumbo. Simplemente por la fuerza de las cosas. Como sin querer, se introdujo en los laberintos del pobrerío, atravesó los reductos ocupados por las clases medias y accedió a las desconcertadas cúpulas elitarias. Nadie sabía qué hacer con la idea -bendita y maldita, según quien la aprecie- del presidente de la Conferencia Episcopal.

Fue acogida por el malestar que se venía insinuando desde la publicación de la Casen 2006, en junio reciente, que demostró un sustantivo avance en la reducción de la pobreza, pero que igualmente puso en evidencia que las diferencias de ingresos monetarios entre los ricos y pobres mantienen las distancias que había hace 17 años.

El ambiente se hizo tempestuoso a raíz del conflicto de Codelco, que puso frente a frente a la minera estatal con aproximadamente la mitad de los 27 mil trabajadores subcontratistas que laboran en sus faenas. Los movilizados aspiraban a dos cosas: por un lado, a participar de las utilidades extraordinarias provenientes del alto precio del cobre; y por otro, a negociar el acuerdo directamente con Codelco, aunque no fuera su contratante.

Sobre lo primero no lograron mucho, si se considera que quienes trabajan en Codelco tienen ingresos muy por sobre la media nacional. Pero su triunfo fue claro en el segundo aspecto: negociaron mano a mano con la empresa madre. Como dijo Cristian Cuevas, el líder del movimiento, le hicieron “un forado” al sistema laboral, ampliando de hecho el ámbito de la negociación colectiva.

Sobre esto último, estaba fresco el precedente del conflicto de la Celulosa Arauco, en el que la muerte de un obrero obligó a la empresa mandante a negociar con los sindicatos de las contratistas. Pero el caso de Codelco tuvo más repercusión, por la visibilidad que le dio la TV a raíz de los episodios violentos que desde el comienzo protagonizaron los huelguistas.

Alarmismo empresarial

Avanzado el conflicto Codelco-subcontratistas, Eliodoro Matte, presidente de uno de los más poderosos grupos empresariales de Chile, encabezado por la CMPC, denunció un “clima antiempresarial”, estimulado por la displicencia o franca complicidad de algunos sectores del gobierno ante las transgresiones a la legislación laboral vigente: “Aquí hay claras intenciones de volver a esquemas del pasado, generando incertidumbre y desaliento”, declaró Matte (El Mercurio 1/8/07).

Días después el Diario Financiero editorializaba con la misma preocupación: “el ambiente se está enrareciendo y… se está generando un nuevo escenario en materia laboral… se ha producido un marcado cambio en la relación empresa-trabajadores” (9/8/07).

El nerviosismo adquirió ribetes ideológicos alarmantes. Axel Kaiser, integrante de una agrupación de “jóvenes lideres” pertenecientes a los estamentos ABC1, afirmaba en el mismo Diario Financiero del 21 de agosto que, “con su opinión bien intencionada, monseñor Goic legitimó el actual clima de lucha de clases que ha vuelto a instalase en Chile”.

Sin duda el calentamiento global está inundando los círculos de la derecha, de todas las derechas, empresarial, profesional, académica, ideológica y política.

Estrechez de la negociación y amplitud de las ganancias

La conexión entre el “sueldo ético” propuesto por el obispo Goic y el sobresalto empresarial es evidente y lógico, aunque no del tipo causa-efecto. Más bien ambos son consecuencia del  desplazamiento de la conflictividad laboral desde el sector público -donde había prevalecido desde el advenimiento de la democracia-, hacia el área privada.

Esa conflictividad tiene dos mega motivos bien concretos. Uno radica en las restricciones impuestas por la legislación laboral a la negociación entre empresarios y trabajadores, que arroja una tasa de sindicalización del 13% de los asalariados, una de las más bajas de América Latina. “De ese 13% -según Patricia Silva, Directora del Trabajo-, sólo el 8% negocia colectivamente y de esos, sólo el 1% obtiene resultados concretos de las negociaciones colectivas”.

El otro motivo de la conflictividad, que potencia al anterior y juntos “son dinamita”, es el contraste entre las ganancias empresariales y la evolución de los salarios y sueldos de la mayoría de los trabajadores, sean de la categoría empleados, obreros, contratados, subcontratados o como los designe la prolífica nomenclatura de la legislación laboral.

En el del primer semestre del 2007, respecto a igual período del 2006, las utilidades de las 40 empresas con mayor presencia bursátil (conforman el IPSA, Índice de Precios Selectivo de Acciones), crecieron 10% más que el aumento del 35% que registraron sus ganancias en el 2006.

Entre tales empresas figuran la CMPC, con utilidades en los primeros seis meses del presente año superiores en 134,6% a las de 2006. También están las dos más grandes cadenas de supermercados y tiendas por departamentos, con más del 70% de las ventas del sector en todo el país: D&S (Líder), con 50,4%; y Cencosud (Jumbo), con el 110,5%. Y LAN (de Sebastián Piñera, hasta ahora el único candidato presidencial de la Alianza), acumuló en el período de referencia ganancias equivalentes al 146% que en el mismo semestre del 2006.

Esta dinámica de las ganancias de las grandes empresas explica la irritación que se percibe en el mundo de los asalariados, cuyas remuneraciones anuales se elevan al compás del IPC, que es del orden de 4%, más algún margen que las coloca en el 6% y hasta el 8%, en algunos casos.

Hace dos años Felipe Lamarca -quien fuera el mayor ejecutivo del grupo Angelini-, lanzó una pregunta que rebotó en las elites: ¿cómo se pretende que se considere justo que mientras las ganancias empresariales se empinan sobre el 20% en términos anuales, los sueldos y salarios no superen el 5%? “.. algunos se llevan una gran parte de la torta y eso me parece raro -concluía-. Hay un malestar objetivo general.” (Qué Pasa 1/10/2005)

Para abordar esa paradoja la Presidenta Bachelet convocó un consejo para la equidad, una misión en que la distancia entre lo probable y lo imposible se ve extremadamente estrecha.

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Pedro Martín P.
Analista político
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