Tienen
Rajoy y su partido, el PP, medio año mal contado para que se proceda a la sucesión en el gobierno de la nación con garantías de éxito. Las encuestas nos irán diciendo qué sucede con los dos candidatos, y quién termina imponiéndose al otro en esta carrera hacia la presidencia que, a estas alturas de la pelea, cada cual inclina a su favor.
De momento, lo que han hecho Rajoy y su partido es presentar formalmente su candidatura. Y sobre todo, exigir a sus colaboradores y resto del partido a que se dediquen por entero a reunir las mayores posibilidades para que el éxito que no fue posible hace cuatro años "por imponderables", se imponga esta vez. El candidato ha sido elegido por aclamación, y desde el discurso de la unidad del partido. Quiere dejar atrás definitivamente las presuntas peleas por el poder que pudieran haber protagonizado Gallardón y Rato.
No hay tal, y el PP insiste en que, dependiente de la participación ciudadana en las urnas, el PP podría vencer perfectamente a su opositor del PSOE. Con esos supuestos elementales básicos: un partido unido y sin fisuras, un candidato que transmita credibilidad y firmeza, un programa creíble y atractivo por la mayoría... ¿Reúnen todas esas cosas Rajoy y el PP en esta hora?
De momento, Rajoy pone a todos a trabajar. El mismo y su partido determinan, en primer lugar, que no existe otro objetivo que ganar en marzo. Como diría Fraga, "es lo único importante". Y sobre esa base, se trata de desprestigiar al adversario, con afirmaciones como que "podría formar cincuenta gobiernos infinitamente mejores que los de Zapatero". Posiblemente sea un primer error, dado que muchas de las críticas de esta legislatura se han centrado en su equipo de colaboradores, empezando por Zaplana y Acebes, que a muchos les parecen una herencia recibida de Aznar "manifiestamente mejorable". Destacan algunos analistas que siguieron la ceremonia de la aclamación del candidato que la intervención de Rajoy tuvo una concreción y energía que los suyos echaban de menos en su propia boca desde hace meses.
Ya se sabe, que los candidatos se crecen, o menguan, cuando se ven en la coyuntura definitiva de reclamar el voto de los ciudadanos, aunque este momento aún no ha llegado. Aún le quedan algunas otras tareas que pueden crear, y crearán, inevitables tensiones, como la elaboración de las listas de candidatos. De momento, sólo sabemos que el PP tiene ya decidido y designado, sin ningún género de dudas, un número uno indiscutible por la circunscripción de Madrid. Queda por completar esa lista y las demás, y el programa electoral, y la estrategia de pelear cada voto de los españoles con derecho a ejercer su derecho... Pero el primer paso ha resultado ejemplar en su desarrollo y "venta al público".