www.diariocritico.com
El partido de Procusto

El partido de Procusto

miércoles 22 de febrero de 2012, 13:44h
Uno ve al presidente Rajoy en Sevilla, todo formal, diciendo que él no hace la reforma laboral para hacer daño, sino porque es justa, es buena y es necesaria, y se dice: "hombre, a lo mejor es esa su intención". Es verdad que cuando uno examina la reforma del PP empieza a notar enseguida cómo le crecen las dudas sobre la justicia, la bondad y la necesidad de la misma. Sobre todo porque cuesta creer que el problema del paro en nuestro país sea fruto de la legislación laboral y no de la estructura productiva. Las leyes laborales son iguales en todas las provincias, lo que es distinto es su estructura productiva; en las provincias con una estructura productiva basada en los servicios o la construcción hay tres veces más paro que en las industriales.

Las leyes se pueden cambiar en un momento; ahora bien, crear un tejido industrial no es cosa de un par de legislaturas, ni siquiera de un gobierno, ni de un régimen. Se puede hacer, es verdad, pero no es fácil ni es seguro que una apuesta así fructifique siempre. En todo caso que un país o una región se industrialicen depende, entre otras cosas, de la apuesta de una elite política por hacer las inversiones en infraestructuras necesarias, por poner capital público a disposición de los emprendedores, por mejorar el capital humano; pero con todo eso no basta, hace falta una clase de empresarios: capaces de innovar, de generar riqueza, de usar trabajadores altamente cualificados. Los gobiernos socialistas en nuestro país han mejorado las infraestructuras, han hecho atractivos los territorios, han mejorado el capital humano, pero hay una parte que no depende de ellos, y esa parte es la que falla.

Cuando a comienzos de los setenta mis padres volvieron de la emigración en Alemania mi padre me dijo algo que nunca se me ha olvidado: "los empresarios alemanes son tan poderosos que sus trabajadores viven bien". Esta reforma dice poco bueno de los empresarios españoles. La reforma laboral que ha aprobado el gobierno del presidente Rajoy quita derechos a los trabajadores, los hace más vulnerables al capricho de los patronos o de sus capataces, les pueden pagar menos, los pueden despedir más fácilmente y por menos dinero. La patronal está contenta con esta reforma, pero esta reforma lo único que hace es poner de manifiesto que una buena parte de nuestro tejido empresarial es muy débil, tiene poca cualificación, y no necesita trabajadores muy preparados y con derechos, sino gente dispuesta a trabajar por una salario de supervivencia.

La ironía es que democráticamente le hemos dado el control de la política a los mismos que nos han fallado en la construcción de un potente tejido empresarial. Lo curioso es que cuando la derecha gobernó sin restricciones no había en nuestra tierra ni trabajadores cualificados, ni empleo. Decían que no había empleo porque no teníamos un pueblo preparado, ahora ya lo hay, treinta y cinco años de democracia han mejorado nuestro capital humano, tanto que otra vez lo quieren en Alemania, aunque ahora como ingenieros. Uno tiene la impresión más que fundada de que la derecha, con todo su poder político actual, no va generar una nueva clase de empresarios, sino una antigua condición obrera.

Cuentan que un bandolero de la antigua Grecia llamado Procusto tumbaba en su lecho a los desgraciados que caían en sus manos y les cortaba lo que sobresalía. La talla de una buena parte de nuestra clase empresarial es demasiado pequeña para los trabajadores de nuestro país. Lo fue en la época de mis padres y lo es ahora. El Partido Popular, como un Procusto redivivo, ha decidido recortar y amputar los derechos de los trabajadores para que quepan en el lecho de los empresarios.


Vea el blog de José Andrés Torres Mora
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
2 comentarios