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Lección para ingenuos; en política internacional no hay amigos, sólo intereses

¿Qué Aznar sabía lo que hacía?

miércoles 02 de mayo de 2012, 14:16h
Acabo de leer un artículo titulado "Aznar sabía lo que hacía"; es decir, que tenía razón al juntarse con los matones del patío del colegio (concertado, por supuesto) Las Azores, la pareja Bush y Blair. También afirma que los pillastres esos del indio Amorales y su amiga Cristina no se hubieran atrevido a robarnos el bocadillo, y de haberlo hecho nuestros amiguitos del alma anglosajones les hubieran hecho saber lo caro que cuesta meterse con uno de sus protegidos. Añade que los británicos, ante un caso así, mandan la flota y resuelven el problema de un modo eficaz y expeditivo, y los norteamericanos ni eso necesitan; enarcan una ceja y a los bananeros se les escarapela el pellejo de puro terror. La sabia política exterior de Aznar hubiera salvaguardado los intereses de Repsol y de REE bajo el paraguas sostenido por Londres y Washington.

¿Mera ingenuidad? ¿Pura ignorancia? ¿Mala fe?. Algunas de las obras de misericordia son enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita y corregir al que yerra. También enterrar a los muertos, pero los del trío este de las Azores son como los figurantes que te persiguen en The Walking Dead.

Ya hemos recordado aquello de las expropiaciones a particulares y empresas norteamericanas en Cuba a partir de 1959, y nunca indemnizadas. Cincuenta y tres años después Washington sigue igual de impotente ante La Habana.

¿Y los británicos? El 26 de julio de 1956 Egipto nacionalizó la empresa del Canal de Suez, cuyas acciones estaban, mayoritariamente en manos francesas y británicas. De inmediato París, Londres y Tel Aviv organizaron una respuesta militar; el 29 de octubre Israel invadió el Sinaí llegando al Canal en pocos días e incluso cruzándolo en algunos puntos. Con la excusa de protegerlo del contraataque egipcio, británicos y franceses lanzaron un ataque contra los árabes ocupando Port Said y otros puntos del país. Llegados a este punto podríamos pensar que Gamal Abdel Nasser, el Rais egipcio, lo tenía todo perdido, pero los intereses de los Estados Unidos diferían de los de la Gran Bretaña en este punto. En efecto, Eisenhower estaba más interesado en reforzar sus lazos con los saudíes y el resto del mundo árabe, y obligó a Londres, Paris y Tel Aviv a retirarse con el rabo entre las piernas. El Primer Ministro británico, Anthony Eden presentó su dimisión al Parlamento el 9 de enero de 1957, y los franceses, y en particular el general de Gaulle, nunca perdonaron a los americanos que no les dejaran castigar a los que les habían robado el bocadillo. Ni siquiera recuperar las migas.

Lección para ingenuos; en política internacional no hay amigos, sólo intereses. Poner los pies encima de la mesa en un rancho de Texas o tomarse una pinta con el premier no garantizan que el Séptimo de Caballería o la Brigada Ligera acudan al galope a salvar las acciones de las empresas españolas. Y aunque lo hagan, ya vimos como acabaron en Little Big Horn y en Balaklava. Asi que desoigamos las voces que reclaman mandar a paso de marcha legionario al Tercio a La Paz, que por algo se llama así. Tampoco Washington puede hacer mucho cuando las empresas españolas, incluida Repsol, invierten y hacen negocios en Cuba, por mucha ley Helms-Burton que quiera aprobar para castigar las expropiaciones de La Habana. Lección para inversores; a mayor riesgo más ganancias. O pérdidas. Pero en cualquier caso se viene llorado de casa.

Terminemos con otra obra de misericordia; sufrir con paciencia los defectos del prójimo, así como el prójimo sufre los nuestros. Amén.
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