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Dios nos pille confesados...

Dios nos pille confesados...

jueves 08 de noviembre de 2007, 02:48h
Nos han notificado que se nos viene la Tercera Guerra Mundial. Y no tenemos razón para dudar de la efectividad del anuncio, hecho además ante la opinión pública mundial.

Quién esgrime las armas no es un profeta del Apocalipsis, ni un predicador de esquina, un escritor afiebrado, o un terrorista nuclear, aunque pudiera tener rasgos de cada uno de ellos.

Es, ni más ni menos que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el que le ha puesto su firma a la amenaza.

La importancia del personaje, su alta representatividad y su autoridad, hacen que no se pueda entender sus palabras como una simple bravata de cowboy, un mal entendido de los periodistas o una de sus acostumbradas gaffes.

Todo indica -es lógico suponer- que la expresión verbal está fundamentada en una preparación práctica y una intención concreta de conducir al mundo al holocausto, o a la sumisión.

El Presidente de la mayor potencial mundial, cuya vocación imperial no es disimulada, nos ha dicho que la Tercera Guerra Mundial está ad portas, que está siendo desafiado el Orden Mundial que encabeza, que  en “la mente” de los gobernantes de Irán estaría el proyecto de crear energía nuclear la que, “potencialmente”, sería utilizada -por malignos designios- en armas nucleares que amenazarían “al mundo occidental”.

Entre paréntesis, ¿alguien recuerda cómo se inició la intervención militar masiva y abierta de Estados Unidos en Vietnam, qué armas de “exterminio masivo” había en Irak y cuya “existencia” sirvió para justificar la invasión, la ocupación y la actual guerra contra su pueblo, sólo por nombrar dos hechos absolutamente claros de manipulación, mentira y guerra sicológica?.

Se trataría de una guerra, que a estas alturas del desarrollo bélico-tecnológico no puede sino ser nuclear, digitada desde miles de kilómetros de distancia, con portadores teledirigidos, que por la contundencia del primer golpe no daría ni un segundo para la réplica y cuyo poder de fuego debe estar apuntado desde ya, a los centros neurálgicos, políticos, económicos y científicos del “enemigo”

Y aquí está, precisamente, uno de los problemas: ¿quién es el enemigo?

La lista parece ser grande y desde luego, según algunos influyentes medios de Estados Unidos, caen en el listado casi todos “los otros”: desde Irak, Irán a Afganistán, desde luego a Rusia, China, Cuba.

La tesis del “imperio del Mal”, de los “estados canallas”, es muy generosa y acoge entre los elegidos como “enemigos” a los aliados inseguros , a los “poco confiables”, a los que disienten,  a los poco entusiastas, a los independientes, a los que no se alinean o no se prosternan, a los que tienen escrúpulos.

Pero claro, los que tienen armas nucleares y eventualmente pudieran tener capacidad de respuesta o de detener la fiebre guerrerista con una reacción suficientemente contundente y capaz de producirles un daño  suficientemente abrumador, son pocos.

De manera que sí sabemos contra quiénes son los versos, los que son colocados en el escenario maniqueísta dibujado por el Pentágono, en el bando de los “enemigos”.

Respecto de que Irán o Corea del Norte  estén maquinando o pudieran atacar a Estados Unidos, con  misiles balísticos no existe fundamento científico, político y menos militar que lo confirme.

Más bien parece un mal guión cinematográfico de esas películas que se producen por series y que forman parte de la batería  comunicacional y propagandística de una renovada “guerra sicológica”, que precede o justifica la “guerra caliente”.

Y es allí donde estaría, para explicarlo con una lógica antigua y aplicando un esquema geopolítico, “el enemigo principal”, al que aislar, caricaturizar, demonizar, derruir y neutralizar, si es posible.

Estaríamos hablando de Rusia, Europa Occidental o China.

Esto explica muy bien, más que mil discursos, contra quiénes apunta el Sistema de Defensa Antimisiles que Estados Unidos pretende desplegar en Europa Oriental.

La lógica imperial busca, mediante la amenaza nuclear y el despliegue de llamado “Sistema Nacional de Defensa Antisimiles, desequilibrar el esquema de seguridad internacional, reforzar el dominio estratégico de Estados Unidos y, en definitiva, “imponer su voluntad” (objetivo de cualquier acción de guerra) sobre el enemigo y garantizar así su Orden Mundial Unilateral.

Entonces, queda claro que cuando nosotros estamos discutiendo en Santiago de Chile sobre la cohesión social, la inclusión, la equidad, la justicia, los derechos sociales de los pueblos, hay quienes están planificando el exterminio nuclear.

Cuando defendemos el medio ambiente, la economía sustentable, la riqueza de la biodiversidad, nos llega esta nueva y mortal amenaza: la Tercera guerra Mundial, y sus efectos devastadores.

En resumen, tenemos un problema.

Y lo lógico es enfrentarlo, generando conciencia en defensa de la paz. Parece ser la hora de una toma de conciencia y de una movilización mundial en defensa de la vida y del futuro, y la subsistencia de la humanidad.

La paz y la seguridad, la subsistencia de la humanidad, son fundamento de nuestras democracias, y ni más ni menos, que de la vida sobre el planeta.

El título de este artículo “Que Dios Nos Pille Confesados”, parece en definitiva no ser tan afortunado, porque da la impresión  de un conformismo fatalista, pero en realidad lo que busca es alarmar, despertar la inquietud ante tan difícil panorama. También en América Latina y en Chile.

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Marcel Garcés
Periodista
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