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Se puede perfeccionar la agresión

Se puede perfeccionar la agresión

viernes 16 de noviembre de 2007, 18:01h
Todo el mundo conoce suficientemente las capacidades del líder del eje antiimperialista, pero es perentorio diseñar un plan de Estado que permita avanzar científicamente en la mejora y sustentabilidad de esas condiciones absolutamente innatas.

Varias generaciones de jefes de Estado han pasado por las cumbres, mientras Chávez, con nueve años de heroico mandato, les muestra las mejores técnicas del insulto y la agresión. Es su estilo, dicen.

Y si algo tenemos que mostrar al mundo es ese estilacho. Cuando un país tiene una fortaleza, una ventaja competitiva de esa magnitud, no puede incurrir en el error de descuidarse y dejar debilitar un punto que a la larga será la diferencia para asumir el liderazgo mundial y encabezar los grandes cambios que exige el momento histórico. Se trata simplemente de modelar, perfeccionar y consolidar esa fuerza para la grosería y el apabullamiento verbal, ese pantallerismo fuera de lugar y atosigante, esa facilidad para la mentira y la manipulación, esa naturalidad para fusilar el decoro. Es, a fin de cuentas, una cuestión de responsabilidad en la gerencia pública.

Todo el mundo conoce suficientemente las capacidades del líder del eje antiimperialista, pero es perentorio diseñar un plan de Estado que permita avanzar científicamente en la mejora y sustentabilidad de esas condiciones absolutamente innatas.

El país no se puede dar el lujo de seguir improvisando en esa vital materia. Los mejores pensadores y los más calificados asesores deben asumir de inmediato la tarea de delinear la estrategia de forma y los contenidos de fondo que harán pasar a esta figura histórica de ser un intuitivo a ser un verdadero y seguro transgresor.

La competencia no es mucha, pero es altamente competitiva. Fidel Castro, si el plan funciona, será ser visto por la humanidad como un niño del páramo, como un bebé querido. Tenemos la madera. Si este país de verdad es capaz de fijarse metas de cara al futuro es ineludible pulir ese diamante.

Hay detalles que revelan ciertas debilidades. Afloran algunos aspectos que pudieran poner en peligro esa visión de destrucción, ese gesto aniquilador, esa palabra hiriente y maleducada, que, a la hora de la verdad, es el pilar de la artillería natural del líder.

Ya basta de ir a cumbres y encuentros internacionales sin un plan específico de torpedeo. Es en el plano externo donde hay que hacer énfasis. En Venezuela ya se conoce bien cómo arremete. Se nota, por ejemplo, que a veces prefiere insultar cuando tiene la oportunidad de humillar. Eso hay que hacérselo ver. Tiene que mostrar más seriedad a la hora de mentir, al momento de cambiar versiones o tergiversar historias. Esa risa debilita el mensaje.

Y debe estar pendiente de todo. Cuando un personaje como un Rey te manda callar, no hay que hacerse el loco, el que no escuchó ni oyó nada. Es el momento de sacar la fibra de valiente y hacer justicia de inmediato. Cara a cara. Esa oportunidad de rematar se perdió por miedo o descuido. Eso, si queremos mantener el liderazgo tumbarranchos, no puede volver a ocurrir.

Elides J. Rojas
Periodista
Director Información del Diario El Universal
[email protected]

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